Sufrió el hambre en carne propia y en la actualidad trabaja por los que menos tienen Como conscripto, peleó en la guerra de Malvinas con heroica entrega y recibió la más alta condecoración que concede el Ejército argentino. Ningún otro civil la tiene. Hoy, tras años de sufrir él mismo hambre, trabaja para los que menos tienen en una de las zonas más postergadas de la Argentina.
A Oscar Poltronieri le tocó la guerra de Malvinas durante sus años de Servicio Militar Obligatorio. A un día de la baja, lo subieron a un vuelo con destino el Atlántico Sur. Durante la Batalla del Monte de las Dos Hermanas, una de las más emblemáticos de la guerra, se ofreció como voluntario para cubrir la retirada de sus compañeros con una ametralladora.
Era él solo contra 70 ingleses. Sus compañeros le insistían, pero él quería cubrirlos porque ellos tenían familia y él no tenía nada que perder. Tenía 18 años y era analfabeto. Lo dieron por muerto, pero no sólo estaba vivo. La leyenda de su heroicidad para detener el avance de la compañía británica fue reconocida por los mismos enemigos.
Al regreso, y tras sorprender a su mamá a la que le habían comunicado que él había muerto, recibió la Cruz al Heroico Valor en Combate. Fue el único soldado conscripto con vida en recibir ésta, la más alta condecoración militar argentina. Y su nombre quedó ligado a la memoria de muchos argentinos.
Sin embargo, esta memoria no siempre se trasladó en apoyo y el héroe de Malvinas Poltronieri daba un reportaje en 2002 en el que afirmaba que desde hacía tres años no tenía trabajo. Por esos días, Argentina atravesaba la peor crisis económica de su historia reciente. Y él héroe tenía que pedir en el tren.
El mismo periodista que entrevistó a Poltronieri en 2012, y publicó en el diario Clarín su historia, lo que le permitió salir de la miseria, ser recibido por el entonces presidente Eduardo Duhalde, y volver a trabajar, se entrevistó con el empedernido héroe que hoy tiene como obsesión ayudar a los pobres de la región del Impenetrable, en el Chaco argentino.
“Cuando vi aquello, hermano, me puse a llorar como un loco. Allá no tienen nada, comen polenta día y noche, cuando comen dos veces por día; casi no conocen el pan. Y dije que algo tenía que hacer”, relató Poltronieri al periodista Alberto Amato, de Clarín.
El héroe comenzó a aunar voluntades para juntar y llevar en persona, para que no haya intermediarios, ropa y alimentos no perecederos. Consiguió un depósito para almacenar y está detrás de un camión para el traslado.
A Poltronieri no le sobra nada y es evidente. Pero se puso en marcha para juntar y ayudar a los que necesitan más que él en una región de monte en el que comunidades aborígenes viven prácticamente aisladas del mundo, y con graves problemas de alimentación y acceso a la salud. Ayudó a sus compañeros en la guerra, y hoy los ayuda a ellos. Poltronieri, doblemente héroe.