Gracias a Maximino Centurión Benítez muchos accidentados en una carretera paraguaya lograron salvarseNadie lo obliga, pero es una actitud que tiene más que asumida e incorporada a su vida. Tiene 86 años y vive el día a día con una gran energía juvenil. Sin embargo, en algunos momentos es común verlo parado, a un costado de una carretera paraguaya, con el único fin de esperar (una palabra no muy cotizada en esta época).
¿Y esperar qué se preguntan muchos? Esperar el momento de actuar para asistir a los demás. “Vi tantos choques frente a mi casa a lo largo de mi vida que estoy atento a cualquier cosa”, expresó Maximino Centurión Benítez, que se ganó el apodo de “abuelo ángel” por su actitud de ayuda para con los accidentados en la ruta, y cuya historia es recogida por Crónica de Paraguay.
Sin embargo, es el propio Maximino quien le encarga de bajarle los decibeles a su apodo y decir que no se considera un “ángel”, pues ayudar a los demás para él es una cuestión de corazón.
“Me tocó auxiliar a muchos accidentados y salvar las vidas de muchos de ellos. Frente a mi casa ya hubo más de 50 accidentes y en varios de ellos intervine para ayudar a los heridos, por eso me llaman el “abuelo ángel”, pero yo no me considero tal, simplemente lo hago porque mi corazón me lo dice”, expresa.
En una oportunidad, cuenta Maximino, uno de los momentos más duros que le tocó vivir fue con un niño de 8 años.
“Estaba jugando (el niño) al costado de la ruta cuando un colectivo (autobús) que al parecer perdió el control lo embistió y lo tiró a la cuneta que está al costado de mi casa. Quedó ahí. Parecía que estaba muerto. Fui, lo saqué de ahí y lo traje a mi patio, le hice unas cuantas reanimaciones y sobrevivió. Su padre y él me agradecen hasta hoy en día. Y así hay muchos otros casos más”, comenta.
Pero “Don Centurión” no es un hombre solitario y también tiene una familia con quien compartir su generosidad. Su acompañante fiel se llama Epifania Álvarez, su esposa desde hace 62 años.
“Él me cuida como un novio a su primera chica. Tiene un corazón muy grande, por eso no duda en ayudar a los heridos en los accidentes porque la verdad que ya le tocó ser un ‘ángel’ de varios de ellos”, expresa llena de orgullo su esposa.
La ruta que atraviesa una localidad paraguaya y que es testigo de los buenos oficios de “Don Centurión” es la 2, a la altura del kilómetro 44.5. Pero poco importa el lugar, pues lo que hay que admirar es la actitud de este hombre que a su edad, lejos de tirarse en una silla veraniega y mirar cómo pasan los minutos, mantiene una actitud vigilante, de espera, porque sabe que en cualquier momento alguien lo puede necesitar.
Si alguna vez tienes la mala fortuna de tener un percance de tráfico no dejes de implorar por la existencia de alguien de corazón generoso, como el de Maximino, para que también pueda velar por ti.