Una tragedia cambió su vida, pero las ganas de vivir pueden más que cualquier barreraSebastián Piñeros Chaparro a sus 26 años ha comprendido que en la vida todo pasa para algo. Este joven bogotano estudió Mercadeo y Publicidad en Bogotá, la capital colombiana. Después de haber concluido una etapa laboral en su ciudad descubrió que necesitaba un cambio. Fue así que emprendió, junto con su novia, un viaje a Australia, lugar donde se confirmó aquella primera intuición. Ese viaje cambió totalmente su vida.
Él ha querido compartir con Aleteia algunas de sus reflexiones. “Quiero hablarle mundo, sobre mi experiencia, sobre el poder de los sueños, el poder de nuestra mente, a veces nos ahogamos en un vaso con agua y no entendemos lo afortunados que somos”.
“Vivo de milagro”
Fue lo que dijeron los médicos que en Brisbane, Australia, atendieron a Sebastián, quien había llegado a esa ciudad a inicios de 2015 con el proyecto de realizar un posgrado. Luego de unas hermosas y soñadas vacaciones a Tailandia en enero de 2016, este joven con toda una vida profesional por delante se lesionó gravemente las vértebras T12 y T15 debido a una caída desde el quinto piso de su edificio.
“Esa noche fuimos a cenar, la pasamos rico y regresamos tarde a la casa”, cuenta Sebastián. Subiendo las escaleras en forma de caracol resbaló. “Me fui de espalda por entre la mitad de la escalera”. Su novia, rápidamente pidió ayuda a los vecinos y al llegar los oficiales rápidamente lo trasladaron a un hospital en donde le dieron la triste noticia de su lesión.
Recién en marzo pudieron regresar a Bogotá y fue en las idas a sus terapias que encontró una razón más para luchar más fuertemente por su recuperación y la consecución de sus sueños.
La fuerza de la fe
Este joven, antes de su viaje a Australia, se había desempeñado en varias entidades del sector financiero en Colombia. Hoy está totalmente dedicado a su rehabilitación física.
Sebastián comparte que una de las cosas que más le ha costado asimilar, en su momento, fue el saber que quedaría en silla de ruedas por su movilidad limitada.
“Fue un cambio radical e inesperado en todo lo que venía haciendo, sin embargo agradecí el hecho de estar vivo después de semejante accidente”, expresa.
Sin embargo, es de admirar la fe que le tiene a su recuperación. Nadie sabe si volverá a caminar, pero una cosa hay cierta y es el empeño con que realiza sus terapias. “Los pronósticos médicos no son muy favorables sin embargo me he venido recuperando bastante bien y tengo la fe puesta en recuperarme satisfactoriamente, he ganado movilidad y sensibilidad en áreas que al comienzo eran impensables para los médicos”, prosigue.
Teniendo una actitud bastante positiva frente a la situación, no ha dejado de pasar por momentos de mayor dificultad, de desaliento y ha encontrado en su familia, novia y amigos el apoyo y el ánimo para seguir adelante. “Han estado todo el tiempo brindándome su apoyo y esto ha sido más llevadero”, comenta.
Sebastián reconoce también la importancia de creer. “La fe y Dios en mi vida indiscutiblemente ayudan a mantenerme en este proceso, son parte de la energía espiritual que a diario necesito”, considera.
No hay sueños imposibles
Sebastián realiza sus terapias en la Clínica Universidad de la Sabana. Ahí encontró a un joven de tan solo 17 años que también está hoy en silla de ruedas debido a un accidente deportivo. Del mismo modo, David Gualteros encontró en Sebastián no sólo un compañero de rehabilitación, sino un amigo para la vida. Ambos se caracterizan por su entusiasmo y las ganas con las que realizan sus terapias con el deseo de volver a caminar.
David se encuentra en silla de ruedas debido a graves lesiones que tuvo cuando hacía Downhill, deporte que le apasiona. Por ello sueña con volver a practicarlo con una bicicleta adaptada a su condición. Ha sido Sebastián su promotor.
“La intención detrás de este proyecto es lograr que David vuelva a practicar el deporte, teniendo en cuenta las limitaciones pero sin hacer de estas una barrera. Sería increíble pensar en que este deporte llegue a ser incluido como una práctica paralímpica”, subraya.
Sebastián, quien se considera una persona soñadora y emprendedora encuentra en el sueño del joven David una ocasión para demostrar al mundo que no hay sueños imposibles, que las discapacidades son mentales y que los límites están en nuestra mente; es posible lograr lo que muchos consideran imposible.
Por ello, quiere difundir la nueva perspectiva que tiene frente la vida. “Este accidente ha cambiado mi vida y me ha dejado muchas lecciones las cuales quiero aplicar y compartir con el mundo”.
Se proyecta dando charlas motivacionales que le permitan compartir con la gente su experiencia, hablar sobre lo capaces que somos y las bendiciones que recibimos a diario pero no percibimos. Asimismo, sueña con seguir viajando por el mundo y compartir más tiempo con su familia.