Pateando un balón, Eduardo invita a soñar y descubrir la belleza de la vidaDetrás de un balón que se echa a rodar en cualquier cancha del mundo es común encontrar a niños y jóvenes llenos de sueños e ilusiones. Esto es algo muy natural en varios países de América Latina y lo que menos importa son las condiciones del campo de juego.
Pero Eduardo (nombre que utiliza la prensa colombiana para proteger su identidad y poder dar a conocer su historia) ve las cosas desde otra óptica. Lo que más le llena el corazón es ver a los niños de su localidad, Ibagué, una región pobre de Colombia, practicando deporte. Tiene la esperanza de alejarlos de los vicios, las malas compañías y la delincuencia.
Desde muy pequeño, Eduardo vivió una historia de vida cargada de tristeza y desilusiones y no quiere que los chicos de su localidad tengan que pasar por lo mismo, que los maten o que terminen encarcelados.
Eduardo es uno de los tantos desmovilizados del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y contó su historia para un especial de El Tiempo de Bogotá.
Cuando tenía tan solo 12 años fue reclutado por esta guerrilla en una región de llanuras como colaborador. Si bien nunca formó parte del “brazo armado”, se involucró de lleno en las ideas políticas hasta que, a los 27 años, cansado de aguantar el hambre, convivir con injusticias y no poder ver a su familia –algo que siempre le prometían y nunca le cumplían- decidió salirse.
El proceso para Eduardo no fue sencillo y recibió amenazas de parte del comando, pero con el tiempo logró reintegrarse a la sociedad y continuar estudiando.
Desde hace seis meses, la única preocupación de Eduardo son los niños de su barrio que con 7 y 8 años empiezan a drogarse y robar. Inmersos en hogares muy pobres, por lo general monoparentales, por lo general estos niños no suelen alimentarse bien, tienen dificultades para ir al colegio y terminan convirtiéndose en un verdadero caldo de cultivo para el narcotráfico y la delincuencia.
“Vi la necesidad de trabajar con los niños porque a nadie les interesa y decidí hacer algo”, expresó Eduardo.
Y fue así como a Eduardo se lo ocurrió la maravillosa idea de hacer a rodar un balón, esa actividad deportiva que tanto gusta a los niños y jóvenes. Con la colaboración de la Universidad de Ibagué y un entrenador físico montó una escuelita de fútbol.
El lugar no solamente les permite jugar, sino que también representa una gran oportunidad para que conozcan la importancia de estudiar, perseverar, perseguir metas y así lograr algún día cumplir el sueño de ser ingenieros, médicos y hasta figuras como James Rodríguez, un jugador estrella colombiano del Real Madrid. ¿Por qué no?
Pero Eduardo también tiene sueños, al igual que esos pequeños que corren llenos de esperanza detrás de una pelota de fútbol. Se ilusiona cada vez con la réplica de su modelo en otras ciudades del país, para que también otros niños, no solo los de su barrio, puedan cambiar de vida y lo bello que es vivir.