Intentar resolver las cosas a través del silencio no adelanta nadaA lo largo de los años que me vengo dedicando a la terapia matrimonial, he descubierto que la forma en que los matrimonios pelean, muchas veces es el silencio. A veces sólo una de las partes evita los temas de conversación, pero la mayoría de las veces son ambas partes.
De cualquier manera, intentar resolver las cosas a través del silencio no solucionará nada. Esa solución no es sana, principalmente por la ausencia de intimidad verbal y emocional que tiene lugar durante la pausa. A menos que seamos capaces de comunicarnos a nivel extra sensorial o a través del lenguaje corporal, las palabras son las únicas herramientas disponibles para resolver un conflicto.
No tiene mucho sentido, cuando se mantiene una relación, el recurrir al silencio. Además de sabotear la vida del matrimonio, el silencio también sofoca la necesidad de expresarse de los dos. Cuando puedes expresar tus sentimientos libremente, las oportunidades de expresarte de forma incorrecta son mucho menores. Los malos sentimientos, cuando son reprimidos, pueden causar problemas, porque durante el tiempo en que el matrimonio no se comunica, el sentimiento malo puede crecer y, al final, el motivo de la pelea ya no importará tanto como lo que se está sintiendo en ese momento.
Contar a alguien que estás enfadado y explicar el porqué, generalmente, cortará el efecto de la rabia. Además, la falta de verbalización y la represión de los sentimientos, a lo largo del tiempo, hace que acumules un resentimiento profundo hacia tu pareja. Si no compartes de forma apropiada tus sentimientos, se externalizarán de una forma u otra, pero después de entrar en una espiral de negatividad y silencio.
El silencio es control
Cuando pensamos sobre cómo controlar a otras personas, vienen a nuestra mente imágenes de individuos altos o agresivos, pues pensamos que estos consiguen ejercer una forma de control sobre los demás. Pero esa no es la única forma de mantener el control sobre alguien. Hay una forma de control mucho más insidiosa que puede llevarse a cabo a través del silencio.
Cuando no compartimos nuestros pensamientos con los demás es porque estamos, aunque sea inconscientemente, intentando obtener un cierto control de la situación. A través del silencio podemos controlar el comportamiento y las reacciones del otro. Las personas generalmente sienten más recelo a manifestarse cuando el otro está en silencio, pues no saben cómo reaccionar frente a la situación, y su tendencia es también mantenerse en silencio.
Cuando recurrimos al silencio creamos um monólogo interno en el cual inventamos suposiciones sobre cómo el otro actuaría si compartiésemos lo que queremos decir. En otras palabras, hacemos un guión entero en nuestra mente presumiendo cómo reaccionaría el otro. Cuando hacemos esto quedamos estancados, aunque imaginemos que estamos haciendo algún progreso, pues ese diálogo imaginario sucede sólo en nuestro interior. Si no traducimos ese diálogo en acción, el guión nunca saldrá de nuestra mente y la conversación nunca se producirá.
En ciertas ocasiones, el silencio es usado como forma de castigo. Cuando el silencio está impregnado en la relación, es difícil buscar una oportunidad para resolver el problema, pues obstruye todas las oportunidades. En estos casos, el silencio está sendo usado para controlar el comportamiento del otro, actuando como un bloqueador de pensamientos y sentimientos que nos priva de la posibilidad de tener un diálogo auténtico.
Además de crear un obstáculo gigante entre el matrimonio, esa situación es pésima para la salud de la relación. El silencio, en algunos casos, puede llevar incluso a la desesperación y a la depresión. Sofoca la relación, es altamente destructivo, pues la expresión de la voz es una afirmación de la vida. Las personas que generalmente prefieren el silencio pueden intentar defenderse, diciendo que “no sirve de nada hablar, pues el otro no me escucha”, o que “todo lo que diga será usado en mi contra”, pero aunque esta actitud sea comprensible, es altamente perjudicial.
No es necesario quedar atrapados en las arenas movedizas del silencio, podemos aprender la habilidad de escuchar y ser escuchado por el otro, de esa forma no tendremos más problemas como el silencio. Aprender a escuchar y ser escuchado puede parecer difícil, pero como todas las habilidades, es algo que puede aprenderse.
(Raquel Lopes, via Psiconlinews)