La espiral de la violencia contra los sacerdotes en México parece no tener finEl día de ayer 12 de enero, el obispo titular de la diócesis de Saltillo, Raúl Vera López, confirmó la muerte del sacerdote Joaquín Hernández Sifuentes (42), quien fuera vicario en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en la colonia La Aurora (Coahuila) y quien llevaba desaparecido desde el pasado 3 de enero, justamente cuando iba a tomar un período de vacaciones tras las celebraciones litúrgicas de Navidad y Año Nuevo.
El cadáver del padre Hernández Sifuentes, ordenado en 2004, fue localizado en el municipio de Parras de la Fuente, y hasta el momento la Procuraduría del Estado de Coahuila se encuentra realizando pruebas periciales para poder determinar el móvil de este secuestro y asesinato, el primero del año 2017 en México, el país más peligroso del continente para los sacerdotes.
En un comunicado urgente, dado a conocer ayer por la tarde, el obispo Vera López, a nombre de la diócesis de Saltillo señalaba: “Confirmamos con profunda tristeza que nuestro hermano Joaquín Hernández Sifuentes, sacerdote diocesano a quien no nos cansábamos de buscar con la enorme esperanza de encontrarlo con vida, ha pasado a la casa del Padre Eterno”.
La Conferencia del Episcopado Mexicano se unió a la pena que embarga a la comunidad católica de Saltillo, al tiempo que resalto que “en estos momentos de temor y sufrimiento los cristianos, con esperanza en Cristo resucitado, estamos ciertos que el mal no vencerá y que la muerte no es el final del mensaje de amor y esperanza que trajo nuestro Señor Jesucristo y que encarnó en su vida ministerial el padre Joaquín”.
La diócesis de Saltillo informó que la velación del cuerpo del padre Hernández Sifuentes se llevará a cabo el 15 de enero en la capilla del Seminario Diocesano de 12 del medio día a 12 de la noche, luego, el lunes 16, sus restos serán trasladados a la Catedral de Saltillo para celebrar su funeral en punto de las 10 de la mañana.
El año pasado, con el asesinato de cuatro sacerdotes, por octavo año consecutivo México se convirtió en el país más violento en contra de los sacerdotes católicos en el mundo.