Las discusiones que cuestionan convicciones políticas disparan reacciones neurológicas semejantes a las situaciones de amenazaUn nuevo estudio llevado a cabo en Instituto de estudios cerebrales y de Creatividad de la Universidad del Sur de California confirma lo que muchos ya sospechan: que el intercambio de argumentos políticos en Facebook –o, en realidad, en casi cualquier escenario, on u offline- provoca una reacción a nivel neuronal similar a la que se experimenta en otras situaciones amenazantes, que en realidad hace que defendamos nuestras creencias con el doble de fuerza.
Los centros emocionales y de identidad en el cerebro se activan cuando se cuestionan las creencias políticas que tenemos más profundamente arraigadas en nuestros sistemas de valores, incluso si se nos presentan evidencias contundentes que deberían, en otras condiciones, hacernos cambiar de opinión. Al contrario, lo que se produce es una reacción defensiva en lugar de una apertura a lo que en efecto suena razonable.
Jonas Kaplan, profesor asistente de investigación de psicología en el Instituto de Cerebro y Creatividad de la Facultad de Letras, Artes y Ciencias de la USC, quien está a la cabeza del proyecto, explica que, en general, las personas sienten que “hay más en juego cuando se discuten creencias políticas que cuando se cuestionan creencias no políticas. Las creencias políticas están ligadas a nuestras identidades, a nuestro sentido de quiénes somos”.
El estudio implicó estudiar las reacciones de 40 personas que se consideraban a sí mismas liberales mediante el uso de resonancias magnéticas para poder observar las reacciones neurológicas provocadas por el cuestionamiento de sus creencias. A los participantes se les expuso a ocho declaraciones políticas y ocho no-políticas con las que debían expresar su acuerdo o desacuerdo. En temas no-políticos (por ejemplo, que Edison no inventó la bombilla eléctrica), los sujetos cambiaron sus posturas en porcentajes relativamente significativos, pero no hubo prácticamente ningún cambio de mentalidad en lo que a temas políticos se refiere.
Las resonancias magnéticas señalaron que los participantes que no cambiaron sus creencias experimentaron un incremento en la actividad cerebral en áreas como la amígdala y la corteza insular: “creemos que la amígdala y la corteza insular, en este caso, están reflejando la naturaleza emocional del hecho de sentirnos desafiados. Cuando alguien desafía nuestras creencias más importantes, no nos sentimos bien, y tomamos medidas para mitigar esos sentimientos negativos”, explicó Kaplan, según se lee en la nota escrita por Emily Glover para Paste Magazine. “Encontramos que las personas en las que estas estructuras cerebrales se activaron más intensamente al ser desafiados, tenían menos probabilidades de cambiar de opinión”.
Para leer la nota completa (en inglés), en Paste Magazine, puede hacer clic aquí.