La increíble historia del policía-artista que resolvió los atroces asesinatos del “mostro de Roma”, desenmascaró nazis y fundó la Interpol italiana24 de junio de 1924, la pequeña Bianca Carlieri, juega fuera de su casa. Un hombre alto vestido de gris murmura algo al oído de la menor y se aleja con ella. Al día siguiente, su pequeño cuerpo sin vida y con evidentes signos de violencia es encontrado por una mujer que recoge verduras en los prados adyacentes a la Basílica de San Pablo en Roma. Este fue uno de los casos que resolvió Giuseppe Dosi.
Dosi es un investigador italiano que usó el arte de la personificación y estudió durante dos años teatro para hacerse pasar por sacerdote, viuda alegre, diplomático, inmigrante turco y médico alemán. Amaba la justicia y, entre sus muchas proezas como policía, instituyó la Interpol italiana.
Nacido en Roma en 1891, Dosi tenía una personalidad compleja digna de ser documentada por el archivo del Museo Histórico de la Liberación de Roma y por un libro editado por la Escuela Superior de Policía del ‘bel paese’. Primero fue actor, pero no tuvo éxito, y entendió que su carrera era la investigación y combatir el crimen.
Este detective innovador realizó entre 1912 y 1956 varias misiones en Italia y en ámbito internacional. Se infiltró en grupos de criminalidad organizada, por ejemplo en el movimiento anarquista italiano que operaba desde Suiza para desestabilizar el reino y asesinar al rey Víctor Manuel III.
Investigó y resolvió la caída ‘accidental por un balcón’ del poeta Gabriele d’Annunzio a manos de su amante, demostrando que no era un complot político, como se creía. En esa ocasión, se disfrazó de refugiado checoslovaco, Karel Kradokwill, con un fuerte acento alemán y cojeando debido a una fingida herida de guerra. Se ganó la confianza de d’Annunzio, quien al descubrir el engaño lo llamaría “puerco policía”.
En Roma, se hizo famoso cuando usó su talento para desenmascarar los crímenes atroces del “monstruo de Roma”, que en tres años (1924- 1927) se dedicó a perseguir, violar y asesinar niñas indefensas, como el caso antes mencionado de la niña Bianca Carlieri. Los callejones de la capital no eran seguros, un psicópata sediento de sangre y lujuria amenazaba la tranquilidad de los romanos y la policía se veía impotente para desenmascararle.
Los investigadores habían acusado injustamente a Gino Girolimoni, un hombre elegante y amante de la fotografía. El Sherlock Holmes italiano no se detuvo ante lo evidente, y usó su destreza para seguir las pistas claves que lo llevaron hasta el verdadero culpable; el veterano pastor anglicano, Rev. Bridges, quien debido a favores políticos evitó ser procesado y se refugió en Sudáfrica.
Dosi no se resignó a las artimañas diplomáticas para salvar al asesino-violador, y presionó a sus superiores, hasta que el régimen fascista trasladó al policía a varias ciudades, por considerarlo ‘incomodo’ y ‘peligroso’: no se le perdonaban las criticas y las revelaciones de sus investigaciones, que escribió en un libro de memorias. Fue alejado y preso en la cárcel de Regina Coeli, y después le recluyeron en el Manicomio Criminal de S. María de la Piedad de Roma.
Tras la liberación de Roma por los aliados el 4 de junio de 1944, se ofreció para recuperar de entre las llamas lo que quedaba del archivo secreto de la prisión de los temidos Schutzstaffel, los escuadrones de la Alemania nazi en Roma, las S.S, en Vía Tasso. Material que puso a disposición del Mando Aliado.
Sucesivamente fue contratado como investigador especial en el Cuerpo de Contrainteligencia (CIC), la agencia secreta del Ejército de EE.UU. Él será el testigo clave de varios casos de crímenes de guerra cometidos por los nazis durante la ocupación de la capital.
En 1946 fue galardonado con la Medalla de la Libertad, y nombrado director de la Oficina de la Policía Criminal central, donde inició el Servicio de Interpol para después asumir su jefatura. Llegó a ser incluso portavoz de la representación de Italia en la ONU.
En octubre de 1954 se le confió la organización en Roma de la XXIII Asamblea General de la Interpol, a la que asistieron 55 delegaciones policiales extranjeras.
En febrero de 1956 se jubiló por razones de edad y murió en 1981, a la edad de 90 años, en Sabaudia, en la costa al sur de la capital italiana.
Aquí se puede leer en italiano, el libro de varios autores editado por Raffaele Camposano, que narra las proezas del Sherlock Holmes italiano para deleite de sus contemporáneos.