Conoce uno de los días más fascinantes del cristianismo: El día que Pablo entró en RomaSegún dicen los historiadores San Pablo fue la figura más fascinante del Cristianismo, y el día en que entro en Roma fue uno de los más decisivos del género humano.
Es más, como señaló Benedicto XVI, “el apóstol san Pablo, figura excelsa y casi inimitable, pero en cualquier caso estimulante, se nos presenta como un ejemplo de entrega total al Señor y a su Iglesia, así como de gran apertura a la humanidad y a sus culturas.
Así pues, es justo no sólo que le dediquemos un lugar particular en nuestra veneración, sino también que nos esforcemos por comprender lo que nos puede decir también a nosotros, cristianos de hoy.” (Benedicto XVI, Audiencia General, Miércoles 2 de julio de 2008)
Días después se pusieron en camino hacia Roma. Parece ser que iba con él Lucas y Aristarco, quien al parecer le había acompañado en alguna parte de su tercer viaje apostólico. “Cuando se decidió que debíamos embarcarnos para Italia, confiaron a Pablo y a otros prisioneros a un centurión de la cohorte imperial, llamado Julio.” (Hch 27, 1)
El viaje de Cesárea a Roma fue difícil, tormentoso y muy peligroso. Tras días de navegación, el barco naufragó y los 276 náufragos fueron bien acogidos en Malta. Pablo recibe del Señor otro mensaje de aliento: “No temas Pablo, tienes que comparecer ante el César, y Dios, en atención a ti, conservará con vida a todos los que viajan contigo.” (Hch 27,24)
Desde Malta se dirigieron hacia el norte, a Sicilia, y luego al puerto italiano de Pozzuoli (Nápoles), rodeado de magnificas villas, “donde encontramos a unos hermanos que nos invitaron a permanecer una semana con ellos.” (Hch 28, 14)
“Qué bien pusieron en práctica los primeros cristianos esta caridad ardiente, que sobresalía con exceso más allá de las cimas de la simple solidaridad humana o de la benignidad de carácter. Se amaban entre sí, dulce y fuertemente, desde el Corazón de Cristo. Un escritor del siglo II, Tertuliano, nos ha transmitido el comentario de los paganos, conmovidos al contemplar el porte de los fieles de entonces, tan lleno de atractivo sobrenatural y humano: mirad cómo se aman, repetían.” (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Amigos de Dios, n. 225)
Desde Pozzuoli se desplazaron a pie hasta Capua donde tomaron la Vía Appia hacia Roma, unas seis o siete jornadas (208 Km).
En la 43ª PIEDRA MILIARIA, San Pablo Lucas y Aristarco reciben el primer saludo de la comunidad cristiana romana, que han sido alertados por la pequeña iglesia en Pozzuoli.
“Era el primer saludo de la Roma cristiana a su Apóstol ¡Cuánto bien hizo esta atención a su corazón! A los ojos del encanecido Pablo acudieron lágrimas de gozo al corresponder al saludo y al beso de los hermanos.” (Josef Holzner, San Pablo, heraldo de Cristo. Edit. Herder)
Entre ellos se encuentran sus grandes amigos Aquila y Priscila. También, los hijos de Simón Cirineo, Rufo y Alejandro, y su madre.
A diez kilómetros más adelante, en la POSTA TRES TABERNAE (TRES ALBERGUES), situada también en la Via Appia, le esperaban un segundo grupo formado por los superiores de la comunidad cristiana y algunos familiares.
Tres Tabernas se traducen como Tres Tabernae, que significa tres tiendas., es una estación de posta a unos 50 km de Roma, donde hoy se encuentra la aldea moderna de Cisterna, por donde la Via Appia entra en las marismas Pontinas, en un punto donde el camino moderno de Ninfa y Norba diverge hacia el norte-este, y donde aún existen unas ruinas (Grotte di Nottola).
Cuentan que tomó su nombre de las tres tiendas que se encontraban en este descanso del camino: el almacén general, la herrería y el refresco de la casa.
“Los hermanos de Roma, que habían sido informados de nuestra llegada, nos salieron al encuentro en el Foro Apio y Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y recobró el ánimo.” (Hch 28,15)
Continuando en la Via Appia, Pablo cruzó la llanura baja que rodea la ciudad. La llanura estaba salpicada de villas, casas y jardines. “En las cercanías (junto a la piedra miliaria 42), se encontraba la casa de Séneca.” (Josef Holzner, San Pablo, heraldo de Cristo. Edit. Herder).
Siguen camino a Roma, pasando por el MONTE ALBANO (MONTE CAVO), llamado también Vulcano Laziale, la cumbre más alta de las colinas de Alban que los latinos consideraban sagrada. Su nombre proviene de Cabum, un asentamiento ítalo existente en esta montaña.
Allí estaba desde la antigüedad el santuario de Júpiter Latialis: un santuario federal de gran importancia, donde se reunieron y conocieron las diferentes comunidades que reconocieron un templo común, que no pertenece a una ciudad en particular. El templo del Monte Albano, que fue reconstruida en piedra por Tarquino el Soberbio hacia el final del siglo VI a.C, fue un centro religioso muy importante.
Por desgracia, casi nada queda hoy del templo de Júpiter: la toba surgió durante las excavaciones de 1929, sin embargo, sacó a la luz de la Vía Sacra, perfectamente conservada durante un largo tramo.
Por el camino, todavía hoy, se pueden observar las PIEDRAS PENTAGONALES DE BASALTO sobre las que pasó San Pablo.
Artículo escrito por Remedios Falaguera, con fotografías publicadas en Primeros Cristianos