En Colombia, ¡la paz es posible! Si bien es cierto son muchos los colombianos que siguen inconformes con la manera como se realizó el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC, existen historias que pocos mencionan pero cuando se escuchan devuelven la esperanza y señalan el camino verdadero para alcanzar la paz.
Son varios los colombianos –ex guerrilleros- los que de un tiempo acá han decidido dejar las armas, renunciar a la guerra y apostarle a una nueva vida que aporte a la construcción de un nuevo país. No todos han encontrado la oportunidad de reinsertarse y ser acogidos, otros si han tenido la bendición de retratar su historia en el marco de la reconciliación.
Esta es la historia de una víctima y un victimario que le han apostado a la paz, dejando de lado el rencor y la venganza.
Un enemigo en casa
Cristian y Miller se conocieron hace ocho años y a pesar de haber tenido caminos muy distintos hoy se reconocen amigos. Esta historia empezó a forjarse cuando Cristian decidió desmovilizarse de las FARC y dar pasos para la reinserción: buscó la manera de terminar sus estudios de Bachillerato y participar de las orientaciones dadas por la Agencia Nacional para la Reconciliación (ANC). Fue así que llegó a trabajar para Miller, quien sin saber de su pasado le abrió las puertas de su casa y lo acogió como a cualquier persona.
Pasado el tiempo, Miller le preguntó los motivos por los cuales sus ausencias eran frecuentes y Cristian le confesó que se debía a su participación en las actividades que la ANC realizaba y a las cuales tenía que asistir por los dos años que estuvo en las FARC.
En cuestión de segundos, Miller trajo a la memoria un momento de mucho sufrimiento para su familia y fue cuando dos de sus hermanos quedaron mutilados por unas minas antipersonales que habían sido instaladas por ese grupo guerrillero. Miller se vio entre la espada y la pared pues reconoció que quien estaba en su casa era un enemigo que había truncado la vida de sus hermanos; sin embargo después de tener como primera opción echarlo, reconoció que ya se habían hecho amigos y que Cristian había ganado su confianza, pues era honesto y trabajador.
Cultivando reconciliación
Para Miller fue importante comprender que el pasado no determina y en la vida hay que mirar al futuro. Para él fue valiosa la sinceridad de Cristian, quien le contó los motivos por los cuales ingresó al grupo terrorista.
La historia de Cristian es similar a muchos que hacen parte de las filas de las FARC que están o estuvieron no por convicción ideológica, ni por la lucha de clases ni porque encontraron en esa propuesta la manera de cambiar el país.
Cristian fue de los que siempre dijo no cuando estos le invitaban a alistarse en sus filas; pero un día se enamoró de una chica joven y bonita, quien lo motivó a alistarse, pues ella era guerrillera; sin pensarlo dos veces fue tras ella, aunque a las semanas dejó de verla. Había sido la carnada para Cristian.
Desde que llegó quería irse pero el miedo era un obstáculo grande para desertar; tenía miedo que lo mataran. Al segundo año se armó de valor y dejando la guerrilla inició el proceso de reintegración. Cristian ha formado su hogar y tiene un hija de cinco años; encontrando la oportunidad que le han brindado ha podido construir un vida tranquila con posibilidades para atender a su hija y darle todo aquello que de pequeño él no pudo tener.
Para Cristian, Miller es más que un amigo; pues ha encontrado en su familia la aceptación que sólo brota del verdadero perdón y la reconciliación.