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El día en que las reliquias de san Valentín llegaron a Irlanda

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Daniel Esparza - publicado el 14/02/17
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El sacerdote John Spratt logró llevar los restos del santo de Roma a Dublín en 1835

No se sabe mucho de san Valentín. Algunas tradiciones afirman que era sacerdote en Roma u obispo de Terni-Narni-Amelia, en Umbria. La brevísima vida del santo, que se encuentra en la Legenda Aurea de Iacopo da Varazze, nos dice solo que le martirizaron junto a la Puerta Flaminia, en Roma, bajo el emperador romano Claudio porque no había querido renegar de Cristo.

Fue presumiblemente esto lo que le valido el nombre de Valentinus, que significa más o menos “el que muestra gran valor”. Antes de que le decapitaran, añade la Legenda, devolvió la vista y el oido a la hija de su carcelero. Era el 14 de febrero del año 269.

Parece que a Valentino se le castigó por haber casado secretamente a jóvenes parejas de manera que los maridos no tuvieran que ir a la guerra. Era obviamente suficiente para que le consideraran enemigo del emperador.

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El padre John Spratt, el “amado pobre de Dublín”, visitó Roma en 1835. Fraile carmelita, fue durante años provincial de la Orden Carmelita en Irlanda. Llegó a Roma desde Dublín el 15 de diciembre, invitado por los jesuitas a predicar en su iglesia principal, la del Gesù.

El relicario de san Valentín

Como amigo personal del cardenal Weld, consejero del papa Gregorio XVI sobre las cuestiones relativas a Irlanda e Inglaterra, el padre Spratt se hizo inmediatamente conocido en la mayor parte de los círculos romanos. Y era profundamente querido por muchas personas, incluso el papa, que le confió las reliquias de san Valentín.

Los restos del santo habían sido descubiertos recientemente, y entonces se procedió a restaurar su tumba. Spratt llevó el relicario que contenía el cuerpo de san Valentín y un pequeño recipiente con su sangre; lo entregó a la iglesia carmelita de Whitefriar Street, en Dublín, donde se puede visitar aún hoy.

En el relicario hay solo algunos restos del santo (y el recipiente), recogidos en una pequeña caja sellada con cera, con una cinta de seda roja alrededor. La caja, explica AtlasObscura, se colocó en un pequeño cofre, que se abre de vez en cuando para verificar su contenido.

Si quieren conocer un poco mejor la iglesia de Whitefriars Street, disfruten esta galería fotográfica:

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