A través del desarrollo agrícola se busca que sus pobladores vuelvan a vivir de la tierra Los Montes de María es una subregión del Caribe colombiano que están compuestos por montañas cuyas mayores alturas apenas sobrepasan los mil metros sobre el nivel del mar.
Reúne a 15 municipios de distintos departamentos que, por su ubicación geográfica, lamentablemente, sufrió hondamente el flagelo de la violencia. El período comprendido entre los años 2002 y 2013 fue el más doloroso y difícil para la zona, según algunos, aunque la historia de dolor inició en la segunda mitad de la década de los 90.
Un pasado doloroso
Quienes entraron con fuerza fueron los paramilitares, quienes decidían sobre la vida y muerte de pobladores. Esto incitó a que varios municipios de la región empezaran a crear sus propios ejércitos para defenderse, debido a la ausencia del Estado.
Esta situación hizo que Montes de María se convirtiera en el escenario de algunos de los episodios más macabros y cruentos de la historia de Colombia: desapariciones forzadas, asesinatos selectivos, masacres (Colosó, El Salado, Chengue, entre otras), secuestros, desplazamientos forzados, retenes ilegales, extorsión a los ganaderos y agricultores, destrucción de equipamiento de transporte, de infraestructura eléctrica y de infraestructura de la administración pública, cooptación de las instituciones estatales, apropiación de recursos de los entes territoriales y la coacción al elector.
Pero paradójicamente, hoy Montes de María es una de las zonas que enfrentando los dolores del pasado han empezado un proceso de curación, en los distintos municipios buscando reconstruir los lazos en un región profundamente golpeada y quebrantada.
“¡Favor, no nos maten más!”
Reza uno de los versos compuesto por Julio Cárdenas, un montemariano que no olvida su historia y, como muchos, ve con esperanza como el dolor se va transformando en tranquilidad.
El gran reto en Montes de María es alcanzar el perdón y la reconciliación. Es evidente la cantidad de heridas por cicatrizar, aún hay llantos de dolor pues son muchos los padres que hasta el día de hoy no saben el paradero de sus familiares y no han podido darles cristiana sepultura aquellos que ya murieron. Sin embargo, con todo eso, es de admirar la actitud de los pobladores que saben que el cambio de la historia depende de sus ganas de volver a vivir con esperanza.
“Este precioso suelo, esto era un bello jardín/ Más tarde vino el balín, tiñó de sangre el anhelo de un pueblo que miró al cielo, pidiéndole a Dios bendito/ un pueblo que clamó a gritos: ¡Favor, no nos maten más!/ Hoy se va a firmar la paz, gracias Dios que eso es bendito”. Julio Cárdenas.
La esperanza y sus frutos
En Montes de María se ha reabierto una finca de 76 hectáreas que estuvo cerrada durante siete años por la presencia de paramilitares. Hoy es un centro que pertenece a la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica) y se dedica a experimentar cultivos de hortalizas, tubérculos y aromáticas.
La intención de esta corporación es permitir que los campesinos y demás pobladores le pierdan el miedo al trabajo agrícola y sueñen con la posibilidad de volver a vivir de la tierra.
Este programa ha devuelto la vida al centro de investigación, que tenía sus instalaciones en ruinas debido a que durante varios años fue paso de los diferentes grupos armados ilegales que se disputaban la zona.
Ahora espera que en Montes de María ya no se aporte terrenos para sembrar el mal ni el rencor, sino que los pobladores arraigados nuevamente vuelvan a sembrar la tierra dando frutos de esperanza para construir una mejor región que aporte para el bien y la paz a Colombia.