La escritora y joven madre francesa, Anne-Dauphine Julliand, entierra a su segunda hija “Azylis, sincronizar mi corazón al ritmo del tuyo, llenar mi respiración con la tuya, es hacer de tu fragilidad la mía, aceptar tu debilidad y la mía, es consolidarme en tu fuerza, es adoptar tu paz. ¡Es amarte y amarte y amarte!”
Publicado el 11 de febrero en su página de Facebook, este mensaje de Anne-Dauphine Julliand significaba, siempre con discreción, el deterioro de la salud de su segunda hija, Azylis. La escritora de Llenaré tus días de vida y directora del recién estrenado documental Et les mistrals gagnants , sobre cinco niños con enfermedades genéticas graves, debe hacer frente ahora a esta otra terrible ausencia. En la tarde del lunes 20 de febrero, publicó en Facebook algunas palabras de despedida:
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Azylis padecía la misma enfermedad por la que había fallecido su hermana mayor Thaïs antes de cumplir los cuatro años de edad, una leucodistrofia metacromática, pero un trasplante le había permitido prolongar su esperanza de vida. Esta vida, Anne-Dauphine, su marido Loïc y sus dos hijos la han hecho rebosar de amor y de esperanza.
La frase que Anne-Dauphina ha tomado como lema, “Ya que no podemos añadir días a la vida, añadamos vida a los días”, es testimonio de esta voluntad feroz de buscar la felicidad allá donde puedan encontrarla, de vivir el instante presente, de transformar las dificultades en destellos de dicha.
La combatividad de esta mujer ha superado el mero entorno familiar y se ha propagado por toda Francia y también por el mundo, a través de sus dos libros Llenaré tus días de vida y Un día especial, y su película documental Et les mistrals gagnants [los mistrales vencedores]. En estos testimonios íntimos y desgarradores muchas personas han encontrado la fuerza y el valor de querer y de creer en la felicidad a pesar de las dificultades, según atestiguan los numerosos mensajes de apoyo que recibe Anne-Dauphine todos los días.
Hoy todos nuestros pensamientos son para Anne-Dauphine y su familia. Ojalá con nuestras oraciones podamos aportar a esta familia el mismo apoyo precioso que recibimos de ella desde hace tantos años.
Como su hermana Thaïs, Azylis ha llegado al paraíso con el corazón repleto de un amor que la envolvió toda una existencia en la que las lágrimas a menudo eran enjugadas con alegres carcajadas. Una existencia mucho más fuerte de lo que la enfermedad dejaba creer y que ha sido y seguirá siendo un faro de esperanza para muchas personas.
Gracias, Azylis, gracias por tu familia y por el mensaje que llevas contigo.
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