Dos ideas de país separadas cromáticamenteEl novelista y cineasta francés Jean Cocteau tenía razón al decir: “El estilo es una forma simple de decir cosas complicadas”. De hecho, podríamos decir que eso fue lo que pasó el pasado martes en la noche durante el primer discurso de Donald Trump, donde los atuendos de las mujeres tanto del bando republicano como demócrata “hablaron” por sí solos y de manera contundente.
Empecemos por la Primera Dama. Melania Trump optó por un elegante -quizá demasiado con las lentejuelas- conjunto de falda y chaqueta negra del diseñador norteamericano Michael Kors (continuando su apuesta por lo local).
A su lado estaban mujeres que eran parientes de personas que fueron asesinadas por inmigrantes ilegales, quienes optaron por el negro y morado como evidente señal de luto. Mientras tanto, Ivanka optó por un diseño francés (un error a lo Kennedy sobre todo si el padre iba a hablar de la reconstrucción económica nacional) del diseñador Roland Mouret en rojo, el color comúnmente asociado con la sangre.
¿Conclusión? Toda la paleta cromática (aunque no necesariamente los diseños, como fue el controversial caso del hombro descubierto de Ivanka) indicaba muerte y su consecuente duelo, que eran los temas principales a tratar en el discurso.
Sin embargo, fueron las demócratas las que obtuvieron mayor atención de la prensa. Ellas optaron por vestirse completamente de blanco alegando que lo hacían para honrar al movimiento de las sufragistas y mostrar resistencia ante lo que ellas consideran que es un ataque de Trump a los progresos que se han hecho en cuanto a los derechos femeninos.
Sin embargo, si ahondamos sólo un poquito y leemos algunas de sus declaraciones, queda claro que no estaban haciendo referencia a su derecho a elegir a sus políticos a través del voto como las sufragistas, sino a su derecho a elegir sobre su útero por las últimas medidas tomadas por el presidente de los Estados Unidos.
Es aquí cuando quizá la escogencia del color blanco me llame un poco la atención. Universalmente, el blanco es asociado con la pureza e inocencia, por lo que se utilice para defender el aborto es algo bastante contradictorio y hasta irónico.
De hecho, las sufragistas escogieron el blanco porque consideraban que simbolizaba la naturaleza pura de su propósito. ¿Pero era tan inocente el propósito de estas representantes demócratas? En un país tan dividido, la frontera entre la defensa y el ataque es una línea muy delgada. Entonces, ¿era más sobre los derechos de las mujeres o de atacar a Trump? ¿Era el blanco de las sufragistas o el de los trajes de Hillary Clinton? (quien nunca expresó que su elección de vestimenta fuera por ese movimiento femenino).
Particularmente, creo que el blanco era la opción más acertada para este tipo de evento (porque representa luto pero también una visión más optimista), pero no se le dio la carga simbólica que, en mi opinión, hubiera sido más congruente, fuerte y sobre todo oportuna: paz, balance y conciliación. La de decirle a la persona que gobierna que lo haga en igualdad de condiciones tanto para los que lo apoyan como quienes lo adversan, que no se trata de buscar enemigos en los extranjeros sino aliados y que el bien común es lo que une a los ciudadanos.
¿Pero cómo se pueden entender si, incluso, están hablando de temas diferentes? Mientras la agenda republicana proponía como prioridad la seguridad nacional con el asunto de los inmigrantes ilegales (y luego el tema del comercio exterior y la salud pública), del lado demócrata se le daba protagonismo a la mujer y a su derecho de “planificar su maternidad”.
Quedó claro una vez más, y de forma bastante gráfica, que Estados Unidos atraviesa por un difícil período de desunión con dos bandos claramente demarcados: el blanco y el negro, que hasta que no se reconozcan como una unidad de opuestos a manera del yin y yang, se seguirán consumiendo el uno al otro sin nunca llegar a un equilibrio dinámico.