Colectivos o personales, se escogen de distintas maneras…
Antes que todo preguntémonos, ¿qué es un santo patrón? La palabra patrono o patrón es una palabra de origen latina que significa protector (es obvio que cuando se habla de un santo patrón también se están incluyendo a las santas). Por tanto un santo patrón es un defensor, un intercesor, un protector e incluso, un referente, un amigo.
¿Por qué los santos patrones ayudan o interceden?
Porque al estar los santos unidos más íntimamente a Cristo, “consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad (…) no cesan de interceder a favor nuestro ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra…. Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad” (Lumen Gentium, 49).
De manera pues que la intercesión de los santos no es algo ajeno a la fe cristiana, como tampoco nuestra relación con ellos debería nacer de la incapacidad de solucionar problemas o de alguna inseguridad o miedo.
El patronazgo de algún santo es una relación de confianza entre la persona y su santo de devoción; una relación basada en el poder de intercesión, que brota de Cristo, único y verdadero mediador como ya se ha mencionado.
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Además la devoción a los santos es fruto de una verdad dogmática: la Comunión de los Santos.
Esta verdad nos enseña que la muerte no rompe los lazos que unen a los cristianos del cielo con los de la tierra en el amor de Dios.
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Y gracias a que los santos, que pueden ser considerados nuestros hermanos mayores, están con Dios, gozan de unos bienes espirituales que ellos pueden y quieren compartir con nosotros.
Y Dios, como Padre de todos los bautizados, ve con buenos ojos que sus hijos se ayuden entre sí y se comuniquen el amor que reciben de Él.
Esto confirma que los bienes espirituales proceden de Dios pero los santos intercesores nos los comparten.
Un santo puede ser el patrón tanto de la Iglesia misma, como de un continente, de un pueblo, de una nación, de un lugar, de una profesión (trabajo o actividad), de una vocación o estado de vida, de una diócesis, de una orden o congregación religiosa, de una familia o de una persona; incluso, se puede invocar la intercesión de un santo patrón ante algún problema (salud y circunstancias difíciles, etc.).
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1. El patronazgo colectivo de un santo surge de tres maneras:
a.- La Iglesia concede o aprueba oficialmente el patronazgo de un santo a favor de un colectivo de personas interesado, bajo solicitud formal del mismo. Como también puede pasar que se solicite a la autoridad eclesiástica local o universal de la Iglesia que ratifique o confirme un patronato que hasta ahora era sólo por tradición.
b.- Santos que la misma autoridad de la Iglesia, por propia iniciativa, asigna como patronos a los fieles, sin que medie alguna petición específica. Es el patronazgo de aquellos santos que la Iglesia, interesándose en el bien de los fieles, propone para que sean tenidos en cuenta de modo oficial.
c.- El patronazgo colectivo de un santo por tradición multisecular. ¿Cómo, dónde y cuándo se originaron dichos patronatos? No hay mucha información. En todo caso son santos a los que, prácticamente desde siempre, se les ha tenido una determinada devoción por algún motivo; como, por ejemplo, santos que se creen han nacido o vivido en alguna región, o por algún motivo iconográfico, entre otros.
2. En el caso del santo patrón personal (o de los santos patrones personales sin importar cuántos sean), la persona (o sus padres, por ejemplo en el caso de un niño) lo escogerá de manera autónoma y libre sin que haya de por medio algún decreto de alguna autoridad eclesiástica; todo dependerá de la voluntad e iniciativa personal.
La persona adoptará a su santo protector en virtud de alguna afinidad con él (por ejemplo, por compartir el mismo nombre, por tener la misma edad a la hora de nacer al cielo, por tener la misma vocación o profesión, condición social, etc.).
Sería un santo invocado con confianza, muy recordado, muy conocido y, de consecuencia, muy amado por esa persona, un patrón que incentive un propósito firme de santidad.
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