Con una gran vocación de servicio, estos profesionales garantizan y defienden nuestra libertad.Aleteia ha recibido las siguientes palabras del Teniente coronel Adolfo Salto Roldán del Ejército español en respuesta a la carta de James Flanagan a sus nietos publicada el pasado mes de noviembre también en Aleteia.
La sabia y reflexiva hija de James Flanagan instó a escribir algunos consejos a los suyos, las cosas importantes que aprendió acerca de la vida. (Carta publicada en Aleteia el pasado mes de noviembre) Sin embargo, y como miembro de las Fuerzas Armadas (con mayúscula) no puedo ni debo dejar de hacer una corrección fraterna a su sexta reflexión dados las millones de visitas y los medios que la propagan tan incierta afirmación: “No te unas a las Fuerzas Armadas o a cualquier organización que entrena para matar”.
La guerra es un mal, al igual que la enfermedad, pero ni los médicos son despreciables ni los militares unos indeseables. Y es que hasta Cristo, Príncipe de la Paz, tuvo gestos con los militares y a uno le concedió un acto milagroso para con su esclavo…
La paz y la estabilidad no son gratis, pero desgraciadamente algunos usan la fuerza para la represión. La diplomacia puede no llegar a detener a esos gobernantes o líderes de organizaciones terroristas que sí se entrenan para matar (sin embargo, los militares nos entrenamos para la seguridad y defensa de la nación y de los pueblos) y, entonces se requiere de la entrega y sacrificio de unos profesionales con una vocación de servicio que les ha llevado a tener el arma como instrumento para cumplir su misión.
Puedo entender que un arma incomoda o produce miedo, como un bisturí o una aguja, pero cuando su uso es para garantizar y defender la libertad es tan honorable como cualquier otro instrumento de trabajo de las diferentes profesiones de nuestra sociedad. No para matar ni destruir, sino para detener a los que hacen el mal, para proteger a los vulnerables y para que los demás puedan ejercer sus profesiones y hasta escribir en paz como el mismo James Flanagan.
España no está en guerra, pero esto no ha ocurrido siempre ni ocurre con otros países. Y es que la violencia no ha disminuido con lo que la necesidad de seguridad y defensa se materializa desde lo local (puerta blindada, alarmas, cerraduras, policía, etc.) a lo nacional e internacional con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Son necesarios soldados bien pertrechados y entrenados para defender y garantizar los valores democráticos y hasta para poder expresar lo que estoy escribiendo.
La guerra no es la mejor opción, pero cuando la política y la diplomacia no son capaces de sostener ni garantizar la seguridad y la paz, el uso legítimo de la fuerza se materializa bajo el control del Estado. Las Fuerzas Armadas, sólo porque la democracia lo pide, hacen un uso proporcionado y acotado del poder terrestre, naval y aéreo con el fin de erradicar a los violentos.
Es verdad que al mirar un arma, podemos enfrentarnos al lado oscuro del ser humano, pero me siento muy honrado de mi vocación de servicio. Soy católico y padre de familia numerosa de categoría especial, y siento mucho respeto y gratitud hacia los que han dado su vida en defensa de la seguridad y la paz.