Denuncia una campaña mundial contra el Papa en momentos de tirantez entre su gobierno y la iglesia venezolana “Alerta a los católicos del mundo; oremos por el papa Francisco y apoyemos al papa Francisco, así lo decimos desde Venezuela que no tenemos pelos en la lengua para decir las verdades”. Esta fue la frase con la que desde su programa televisivo: “Los domingos con Maduro”, el presidente de Venezuela asumió la “defensa internacional” del Santo Padre.
Venezuela repudia campaña mundial contra el Papa Francisco https://t.co/RH0p4KSAyk pic.twitter.com/RCTtUv5Y3Q
— VTV CANAL 8 (@VTVcanal8) March 13, 2017
Aunque el llamamiento pareciera estar lleno de buenas intenciones y se produce en un momento en que unos pocos intentan desacreditar a Francisco para minimizar su novedoso apostolado, la “conchita de mango”, como se dice en Venezuela, es continuidad del discurso oficialista que se construye en el país teniendo interés en varios destinatarios, entre estos la Iglesia.
Sin embargo, en este caso el mensajero y su contexto, no dejan de ser evidentes: por un lado, a Nicolás Maduro se le cuestiona el ejercicio autoritario del poder, y por el otro, se le adjudica la responsabilidad en la crisis humanitaria y política que se vive en Venezuela.
De ahí que diversos interrogantes surgen entre los venezolanos a raíz del pronunciamiento: ¿Por qué Maduro se abraza a la figura del papa Francisco, pero a la iglesia venezolana la desprecia, obstruye y cuestiona? ¿Cuál es el verdadero interés de Maduro en “defender” al papa Francisco? ¿Estará jugando políticamente con la figura papal? ¿Es correcto que se esconda en la reputación de Francisco? ¿Es legal usar el nombre del Papa?
Todas las respuestas apuntan a un solo interés político de Maduro: vincular su decaída figura presidencial con la del Santo Padre Francisco, para limpiar ante el mundo un ejercicio del poder muy cuestionado y devaluado, y de esta manera ganarse el perdón político.
En efecto, la imagen presidencial de Maduro ha sido muy golpeada a raíz de las posturas asumidas en defensa de la “revolución”, y por su marcado interés en preservar “el legado” de Hugo Chávez “a costa de lo que sea”. Su gestión, como “una tenaza”, a decir del Episcopado, “cada día se cierra más en perjuicio de la población más necesitada”.
Diversas encuestas reseñan que la popularidad de Maduro ronda el 90% de rechazo en una población que resiente la falta de comida, medicamentos y servicios médicos eficientes, y cuya inseguridad en el año 2016, cobró la vida de más de veintisiete mil personas (léase bien, más de 27.000 asesinatos), según las ONG que verifican la realidad del país.
De manera que, las afirmaciones de Nicolás Maduro, no parecen estar dedicadas seriamente a una verdadera defensa del Papa para preservarlo de “una campaña” en su contra, porque “está diciéndole grandes verdades a todo el mundo”, sino que vienen atadas a la vetusta y perversa estrategia política que solo busca “ganar indulgencias con escapulario ajeno”.