La archidiócesis de Nueva York desvela una planta geotérmica como fase final de una reforma de 4 añosEntre el día de la elección y el día de la inauguración, mucha de la atención de la Ciudad de Nueva York se ha centrado en la desorbitada altura de la Torre Trump, cuyo jefe recibía a visitantes de elevado perfil en su opulenta suite y los evaluaba para puestos en la Administración.
Mientras tanto, a apenas unas manzanas de distancia, funcionarios de la catedral de Saint Patrick preparaban humilde y calladamente un pequeño milagro a gran profundidad bajo el suelo.
A mediados de febrero, la archidiócesis de Nueva York anunció que la histórica catedral, que durante los cuatro últimos años se ha sometido a una reforma de 177 millones de dólares, había activado una planta geotérmica para calentarla en invierno y refrescarla en verano.
Este milagro menor es la forma que tienen ahora de transformar el don de Dios del agua en una atmósfera confortable para las decenas de miles de visitantes que atraviesan las puertas de la catedral cada año, además de para los que viven y trabajan en los edificios adyacentes a la emblemática iglesia. Ello incluiría la residencia oficial del cardenal Timothy Dolan y una casa separada para los sacerdotes parroquiales.
Para poder calentar o enfriar las estructuras, los ingenieros tuvieron que perforar 10 agujeros en el lecho de roca de Manhattan en el perímetro exterior de Saint Patrick, de 183 hasta 671 metros de profundidad, para acceder a las aguas subterráneas que, al margen de lo heladas o achicharrantes que estén las calles de Nueva York, mantendrán una temperatura considerablemente constante de entre 11 y 17 grados centígrados.
“El principio básico es que estás extrayendo agua caliente de la tierra, en invierno extraes calor para caldear el edificio y en verano generas frío con el agua e inyectas el agua más caliente de vuelta a la tierra”, explicaba el arquitecto Jeff Murphy. “Así que te da una base mayor de energía, ya sea para enfriar en verano o para calentar en invierno”.
La empresa de Murphy, ‘Murphy, Burnham, & Buttrick’, el equipo de diseño en la catedral, trabajó con la empresa de ingeniería civil ‘PW Groser’, que desarrolló y reorientó la infraestructura existente para producir energía limpia y renovable a partir del sistema subterráneo de pozos.
Instalación de una máquina perforadora en la calle 50 en Manhattan, justo frente a la catedral de Saint Patrick.
El agua bombeada se envía a través de alguno de los seis intercambiadores de calor instalados bajo la catedral. A continuación, el calor extraído se envía a climatizadores y ventiloconvectores que administran la temperatura según la necesidad.
En los meses más cálidos, el sistema “extraerá el exceso de calor de la catedral y lo empujará hacia el suelo, donde la tierra lo absorbe a modo de disipador térmico”, aclaraba Mercedes López Blanco, una portavoz de la archidiócesis.
Hay muy pocas estructuras con plantas de calefacción geotérmica en la Gran Manzana, así que no hay mucho que baje a las profundidades de estos pozos. Entre otras instituciones que usan la tecnología geotérmica están el seminario Union Theological Seminary, el Museo Infantil de Brooklyn y el Jardín Botánico de Queens.
La nueva planta de la catedral podrá generar 2,9 millones de BTU por hora de aire acondicionado y 3,2 millones de BTU por hora de calor, dando servicio a un total de unos 23.000 metros cuadrados en la iglesia de 136 años y sus edificios adyacentes.
Ni López Blanco ni Murphy tenían cifras concretas sobre cuánto dinero se espera que ahorre a la catedral este sistema nuevo, pero el arquitecto declaró que cree que han reducido la energía necesaria para calentar y enfriar la iglesia en aproximadamente un 35 por ciento.
De lo que sí se enorgullecen los administradores de la iglesia es que el nuevo sistema reducirá considerablemente las emisiones de CO2.
“Una ética de vida consistente (…) prioriza la vida y la preservación de la vida a todos los niveles. Una de las formas más básicas en las que estamos llamados a hacerlo es a través de una administración responsable de nuestros recursos naturales”, decía mons. Robert T. Ritchie, rector de la catedral. La archidiócesis confía en que este paso anime a líderes empresariales e instituciones a considerar soluciones de energías renovables.