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Misterios y leyendas en torno a la “biblia del diablo”

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Inma Álvarez - publicado el 24/03/17
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Su verdadero nombre es Codex Gigas, y tiene un valor incalculable En una oscura celda de una tormentosa noche medieval en el monasterio benedictino de Podlažice, en lo que hoy es la República Checa, un joven y tortuoso monje apodado Germán el Recluso escribe sin descanso sobre un enorme pergamino. Ha cometido un gravísimo pecado por el cual la sentencia es una muerte horrible, emparedado vivo, y sólo un milagro puede salvarle. Pero su alma ennegrecida no implora a la misericordia divina, sino a fuerzas más oscuras.

Desesperado por salvar la vida, el penitente ofrece al abad componer una obra tan grande que reúna toda la sabiduría de la época, y que dé gloria a su monasterio. Promete además, el insensato, terminarla en una sola noche.

El abad se burla de él, advirtiendo al culpable que la bravata sólo empeorará su terrible castigo. Pero a la mañana siguiente, el tortuoso fraile se presenta ante todos con un volumen gigantesco, en cuyas páginas, al abrirlas, encuentran la terrible imagen del verdadero autor, y una poderosa maldición.

 

CodexGigas-DEVIL–National Library of Sweden-cc

National Library of Sweden-cc

En realidad se llama Codex Gigas (Libro Gigante), es probablemente del siglo XIII, y la duda es si recibió este nombre por sus grandes dimensiones ((92 × 50,5 × 22 cm, 624 páginas y 75 kg de peso) o por la gran cantidad de obras reunidas en él: una copia incompleta de la Vulgata, la Chronica Boemorum de Cosmas de Praga, dos obras del historiador judío Flavio Josefo, las Etimologías del arzobispo San Isidoro de Sevilla, unos tratados de medicina del médico Constantino el Africano, la regla de San Benito, un calendario, una lista de benefactores del convento, además de  textos de contenido mágico, hechizos y encantamientos.

Se trata del libro escrito más grande que nos ha llegado desde la Edad Media, y en su época fue considerado una de las maravillas del mundo. Los expertos que lo han estudiado, entre ellos Christopher de Hamel, de la Universidad de Cambridge, afirman que lo escribió una sola mano, pero que al menos tardaría 20 o 30 años en terminarlo. La obra de toda una vida.

Hay que recordar que estas “misceláneas” eran corrientes en la época medieval, en la que los libros eran ejemplares únicos, normalmente hechos por encargo y a medida del usuario. Libros como estos, más que para uso religioso, constituían las auténticas enciclopedias de la época.

También es interesante recordar que la incipiente investigación científica a menudo venía envuelta en pensamiento mágico e influencias de las traducciones de obras antiguas: no es hasta 1317, un siglo después, que el papa Juan XXII prohíbe expresamente la alquimia con la bula Spondent Pariter. Pero hasta entonces, era una delgada línea roja la que separaba al alquimista del filósofo y del investigador científico. No es extraño, por tanto, encontrar libros de alquimia y lo que hoy consideraríamos magia en un scriptorium medieval.

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PD

Lo que es seguro es que la curiosa imagen del diablo en una de sus páginas es la que ha alimentado la leyenda sobre su origen, y la que le ha valido el título de “biblia de Satán” – aunque puesta en su contexto, la imagen no es extraña a la iconografía medieval: en la página de al lado hay una ilustración que muestra la Ciudad de Dios, como contraposición entre el bien y el mal, el cielo y el infierno.

La leyenda no hizo sino aumentar, vinculando el extraño libro a catástrofes y plagas de peste, y seguramente llegó a oídos de un amante del ocultismo como Rofoldo II de Habsburgo, de quien se dice que engañó a los monjes para llevarse el libro e incorporarlo a su mítico “Gabinete de las Maravillas”, escondiéndolo supuestamente al mundo para su uso privado.

 

CodexGigas-National Library of Sweden-cc

National Library of Sweden-cc

Décadas más tarde, durante la guerra de los 30 años que enfrentó a protestantes y católicos, una expedición protestante entraría en el palacio real de Praga y robaría gran parte de la colección del difunto Rodolfo. El Codex, llevado a Estocolmo como botín de guerra, pasaría entonces a las manos de otra singular reina, Cristina de Suecia (la cual acabaría su reinado, precisamente, abdicando para convertirse al catolicismo).

El singular libro se conserva desde entonces en el Museo Nacional de Suecia, y puede verse a través de internet, AQUÍ. En 2007, la Biblioteca Nacional de Praga logró su préstamo para una exposición, y se convirtió sin duda en la estrella de la muestra.

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