Conozca un instrumento típicamente andino y autóctono de Ecuador Las hay de varios tipos, pero está hecha principalmente en base a cuernos de vaca unidos entre sí y que representan una circunferencia.
“Fue un artefacto usado para llamar a la guerra, pero que ahora convoca a distintas actividades, entre ellas las fiestas”, destaca La Hora de Ecuador, quizás estableciendo una de las mejores maneras de definir a la bocina ecuatoriana, un instrumento típicamente andino y autóctono.
Por su puesto que este tipo de instrumentos no es exclusivo de Ecuador, sino que diversos pueblos como los hebreos, sirios y caldeos, entre otros, también los utilizaban.
En el caso de Ecuador, esta típica bocina proviene de la zona de las sierras, donde los indígenas la tocaban cuando tenían que aglutinar a la gente, o sea, tenía el poder de convocar, prosigue La Hora, en base al testimonio dado por la curadora del Museo Casa de la Cultura Ecuatoriana Islandia Báez.
Fue precisamente ella quien recordó, a raíz de diversas investigaciones, que estas bocinas eran usadas antiguamente para incitar a la rebelión, a la guerra, pero que con el correr de los años pasó a tener un uso de tipo festivo fuertemente arraigado a las costumbres andinas y en conmemoraciones religiosas festivas de estos pueblos originarios.
Y esta rutina actualmente se mantiene y es utilizada por los pueblos indígenas para convocar a reuniones comunitarias o diversas actividades que incluyen, por ejemplo, labores en el campo. Báez también señala, por ejemplo, que el sonido grave y fuerte ayuda al momento de aglutinar al ganado.
Finalmente, la propia curadora es la encargada de advertir que para tocar este instrumento se requiere de una respiración fuerza especial, algo que termina generando que no sea para cualquiera.
“Quien no está acostumbrado o lo hace de la forma equivocada queda con la sensación de cansancio por tanto soplar y soplar y con la frustración de no poder oír el sonido real”, reproduce El Comercio.
En el Museo Casa de la Cultura Ecuatoriana es posible profundizar en éste y otros instrumentos gracias a la colección musical que dejó Pedro Pablo Traversari (1874-1956), un compositor y director quiteño.