Descubren en Palencia (España) un relieve de la Epifanía del siglo XIIOcurrió en Septiembre de 2016. José María Menéndez Jambrina guiado por el interés en el Románico y la Montaña Palentina se apuntó a un curso de fotografía cerca del Monasterio de Santa María la Real. Al día siguiente, cerca de la iglesia románica de San Martín decidió hacer fotografías en la iglesia románica de San Martín, una parroquia superviviente del pueblo de Quintanilla de la Berzosa, desaparecido bajo las aguas del embalse del Río Pisuerga.
“Sucedió algo insólito”, explica José María: “En una grieta formada entre dos muros, vi algo que llamó mi atención. Me acerqué para poder observarlo con más detalle. Allí encontré una piedra tallada, extrañamente mimetizada e integrada en el muro de la iglesia, como si hubiera querido ocultarse entre aquellos muros”.
No pudo evitarlo y rápidamente disparó su cámara. No se veía mucho, pero si que, tras los materiales de relleno de la junta que une los muros, se podía observar un hombre barbado: “Investigando más de cerca puede verse -no sin dificultad- a ese hombre barbado, con su melena recogida, vestido con una especie de capa, faldones, y en su cabeza lo que podría ser una corona: un hombre antiguo sin duda. En su mano derecha porta un objeto, como un cofre o caja pequeña, en actitud como de ofrecimiento, enmarcado en un arco de medio punto y columnas”, explica.
Cerca de ahí vió un segundo arco con otra figura: “más pequeña, algo deteriorada y desfigurada, que parece representar un niño como envuelto en paños”.
El día continuó y pensó que se trataba de una fotografía sin más, bonita, no le dio más importancia, porque según explica: “se trata de una iglesia ya estudiada y catalogada como Bien de Interés Cultural, (B.I.C.) por ello no parecía probable la posibilidad de que fuera un descubrimiento arqueológico no catalogado”.
La sorpresa llegó de noche. Investigó en la hospedería y vio que nadie hacía referencia a lo que su cámara había recogido. Decidió compartir su “secreto” con Antonio García Omedes. Poco a poco se fueron uniendo otros de los participantes y comenzaron a especular: “podría tratarse un friso representando una Epifanía, así el hombre barbado podría tratarse de un rey, y el segundo arco, podría alojar el Niño Dios… pensamos también que se trata de una piedra reutilizada, que no está en su ubicación original…”
Antonio le ofreció una gran pregunta: “¿Todavía tienes dudas de que has hecho un descubrimiento arqueológico?”
Siguió investigando: Ninguna referencia
Como es de imaginar no pudo olvidar lo ocurrido y se puso en contacto con el responsable de patrimonio de la diócesis de Palencia José Luis Calvo. Buscaron las publicaciones existentes en torno a esa iglesia y nada: “no encontramos ninguna referencia”.
Decidieron volver al lugar y continuar la investigación. Llegaron a la Iglesia de Quintanilla de la Berzas y le enseñó a José Luis el lugar: “Podemos ver por el lado izquierdo, dos arcos de medio punto en los que se alojan la figura de un hombre barbado, coronado y con un cofre en su mano derecha. En el segundo arco lo que nos parece la pequeña figura de un niño envuelto en paños. Por el otro lado del muro, dentro del granero, observamos dos hombres más, también dentro de los arcos, todo ello en buen estado de conservación, y con gran detalle en la representación de las figuras, los rostros y su indumentaria. Pensamos que puede representar la Epifanía”.
El friso estaba oculto desde el siglo XV
Siguieron investigando y no encontraron nada referente a ese friso, pero sí algo que puede ofrecer una explicación. “La reforma de la portada de la Iglesia de San Martín data del siglo XV”, explican José Luis y José María y el friso que habían encontrado estaba oculto por coincidir con los muros del granero realizados en ese momento.
“Lo que nos parece bastante seguro, es que la piedra del friso descubierto por sus características formales, es original del siglo XII, y que seguramente pertenece a la propia iglesia de San Martín, de esa misma época. Que dicha piedra labrada, probablemente fue reutilizada y reubicada en la reforma de la portada del siglo XV, junto con otros elementos a la vista, y posteriormente ocultada por la construcción del granero y uno de sus muros a finales del siglo XVI o comienzos del XVII”, afirman.
La piedra labrada del siglo XII estaba oculta desde el siglo XV y fue el vencerse el muro lo que ha hecho posible su descubrimiento. Un descubrimiento casual, un friso que estaba esperando la llegada de José María Menéndez y su cámara. Una epifanía escondida y que este aficionado a la fotografía ha conseguido rescatar.
Fotografías de José María Menéndez Jambrina