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El “lifting” de la “Capilla Sixtina” de América (Ecuador)

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Aleteia Ecuador - Pablo Cesio - publicado el 01/04/17
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La capilla de Cantuña está sometida a un proceso de mantenimiento preventivo y consolidación estructural Quizás no tenga la majestuosidad de la original que se puede encontrar en Roma, pero no por ello deja de ser menos sorprendente y atractiva. Ubicada en el medio del centro histórico de la ciudad de Quito (Ecuador)-y dentro de la Iglesia de San Francisco- ha recibido con el correr del tiempo precisamente un seudónimo bastante peculiar: “La Capilla Sixtina de América”.

¿El motivo? El verdadero tesoro de arte religioso que esconde en su interior con espectaculares tallas y cuadros de la Escuela Quiteña, indica La Hora.  Y esto fue posible gracias al trabajo de pintores y escultores que tuvieron el visto bueno de los franciscanos.

Pero la capilla de Cantuña (su verdadero nombre) recientemente  está siendo sometida a un mantenimiento preventivo y la consolidación estructural, prosigue La Hora, algo que podría ser calificado más ligeramente –por utilizar términos acordes con la belleza y la actualidad- a un “lifting” (un tratamiento que sirve para evitar el envejecimiento).

“Debido al último terremoto y a algunos temblores la capilla se fisuró y también presenta problemas en el techo, en la parte del arco aparecieron grietas, es por eso que la intervención era necesaria”, expresa a ese medio el fray Jorge González Pérez, custodio del convento de san Francisco en Quito.

Detrás de este proceso se encuentra también el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) y forma parte de un programa destinado a preservar las edificaciones religiosas en el Centro Histórico de Quito.

Y una de las técnicas para intervenir en las fisuras -y así consolidar la estructura- son las inyecciones de mortero. Gracias a esto productos basados en cal y otros aditivos para lograr las reparaciones correspondientes son ingresados a presión.

Gracias a todo este trabajo el lugar podrá seguir siendo visitado por varias personas que a menudo proceden a rezar desde diversas partes del mundo. Pero al mismo tiempo, esta capilla esconde otra curiosidad.

La leyenda de Cantuña

El nombre de esta capilla con más de 500 años de historia, que hasta el año 1766 era conocida como capilla de la Vera Cruz, esconde una particular leyenda, que al mismo tiempo representa una de las más tradicionales entre los quiteños.

En base a esto, reproduce La Hora, un indio de nombre Cantuña fue encomendado por los franciscanos a construir una iglesia en Quito en un tiempo récord. Para ello recibió la colaboración de otros indígenas, pero la obra no avanzaba y el proyecto parecía venirse a pique, hasta que sucedió lo inesperado.

“¡Cantuña! Aquí estoy para ayudarte. Conozco tu angustia. Te ayudaré a construir el atrio incompleto antes de que aparezca el nuevo día. A cambio, me pagarás con tu alma”, le dijo Lucifer a Cantuña luego de que se le presentara en esa situación. Cantuña, dice la leyenda, aceptó el desafío, pero con una condición, que la construcción se terminara lo antes posible y que fueran colocadas todas las piedras.

La condición de Cantuña fue aceptada por Lucifer, pero para sorpresa del indio la construcción avanzó de forma extraordinaria –gracias al avance de los diablillos- y quedó pronta antes de la medianoche.

Y esto significaba nada más ni nada menos que el diablo tenía derecho a ir por su paga: al alma de Cantuña. Sin embargo, sucedió lo inexplicable. Cuando esto iba a suceder, Cantuña se animó a decirle tibiamente: “¡Un momento! ¡El trato ha sido incumplido! Me ofreciste colocar hasta la última piedra de la construcción y no fue así. Falta una piedra”.

Previamente, el indio había logrado hacerse con una de las rocas de construcción y esconderla antes de que el diablo comenzara la obra. Ante la evidencia del mortal, Lucifer volvió a los infiernos burlado y sin recibir su paga. Y Cantuña salvó su alma.

Pero en realidad el nombre de la capilla estaría vinculada a Francisco Cantuña, un herrero de la época colonial -también hacía trabajos de cerrajería, que habría comprado entierro en ese lugar a los franciscanos, además de haber mandado a restaurar la capilla, indica El Comercio en base a consulta a historiadores.

Con información basada en La Hora y El Comercio 

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