Visita el lugar donde Jesús murió, fue enterrado y resucitóAquí termina nuestro recorrido por las siete iglesias, la tradicional peregrinación de Semana Santa, que en Aleteia hemos querido hacer en siete templos de Jerusalén, relacionados con los lugares de la Pasión del Señor. Terminamos con el más importante, el lugar donde Jesús murió y fue sepultado.
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Después de que se burlaron de El, lo llevaron a crucificar. Le seguía una gran multitud del pueblo y de las mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por El.
Jesús se volvió a ellas y les dijo: “Hijas e Jerusalén, no lloren por Mí; lloren más bien, por ustedes y sus hijos. Porque si esto hacen al leño verde ¿qué serán al seco?”.
Conducían también a dos malhechores con El para ejecutarlos. Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús. Jesús decía: ” Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Y se repartieron sus vestiduras a suerte, el pueblo estaba mirando. Los mismos príncipes se burlaban diciendo: ” Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el elegido”.
También los soldados lo escarnecían acercándose a El y dándole vinagre, diciendo: “Si Tú eres Rey de los Judíos sálvate a ti mismo”(Mt.27,42)
Padre Nuestro… Ave María… Gloria…
Oración
Señor, te ruego me concedas la gracia de no ser engreído para tener una verdadera Sabiduría que consiste en amarte sobre todas las cosas, ahora y por los siglos e los siglos. Amén.
Juan Pablo II, Alocución el 7 IV 82
Os exhorto a vivir íntimamente con gran amor estos días santos y a participar en las funciones litúrgicas, a fin de penetrar cada vez más en el contenido de la fe para sacar de ella propósitos de auténtico compromiso de coherencia y de vida cristiana.
Recorramos con María Santísima el camino de la Pasión de Cristo, Contemplando el Viernes Santo a la luz de la Pascua victoriosa, par aprender que todo sufrimiento debe ser aceptado e interpretado en la perspectiva de la resurrección gloriosa y, sobre todo para encontrarnos con Cristo que nos amó y se entregó por nosotros.( Gal. 2,20).