Aunque dirigidas hacia los monjes de la comunidad, las palabras de sabiduría de san Benito todavía nos desafían hoySan Benito nos ofrece su profunda sabiduría en su Regla que, sin duda, puede aplicarse a nuestra vida actual. San Benito dejó a sus monjes unas instrucciones en particular sobre cómo recibir a los invitados cuando llegaran al monasterio. Aunque iban dirigidas a sus hermanos monjes, los principios sobre los que se basan estas instrucciones pueden aplicarse cuando recibimos invitados en nuestro propio hogar.
Aquí hay 6 consejos que todos podemos poner en práctica la próxima vez que un huésped llegue a nuestra casa.
- “A todos los huéspedes que se presenten en el monasterio ha de acogérseles como a Cristo, porque él lo dirá un día: ‘Era peregrino, y me hospedasteis’ (Mt 25:35)”.
Este simple consejo puede parecer obvio, pero, ¿con qué frecuencia lo aplicamos en nuestra vida? ¿De verdad tratamos a un invitado que llega a nuestro hogar como si fuera Cristo? Si lo hiciéramos, sin duda cambiaría todo radicalmente.
- “Hasta en la manera de saludarles deben mostrar la mayor humildad a los huéspedes que acogen y a los que despidan; con la cabeza inclinada, postrado el cuerpo en tierra, adorarán en ellos a Cristo, a quien reciben”.
Hacer una reverencia o postrarnos en el suelo puede que incomode a la mayoría de los invitados de hoy en día, pero lo que subyace en este consejo es el principio de humildad. Significa mostrar el mayor de los respetos hacia aquellos a quienes encontramos y tratar de atender sus necesidades antes que las nuestras.
- “Una vez acogidos los huéspedes, se les llevará a orar, y después el superior o aquel a quien mandare se sentará con ellos”.
A veces recibimos a nuestro invitado en la puerta y luego lo dejamos sin ninguna dirección más mientras volvemos apresurados a la cocina para terminar un par de tareas de último minuto. El huésped, sin saber bien qué hacer, puede sentirse incómodo o desatendido. San Benito propone que el anfitrión o alguna otra persona de la casa les acompañe hasta su lugar. Es un hecho sencillo que ayuda a que un huésped se sienta valorado y querido.
- “El superior romperá el ayuno para agasajar al huésped, a no ser que coincida con un día de ayuno mayor que no puede violarse”.
Se trata de una instrucción curiosa. Nos recuerda que hay que buscar la caridad por encima de todo, incluso si ello implica romper un ayuno personal que estemos manteniendo.
- “El abad dará aguamanos a los huéspedes, y tanto él como la comunidad entera lavarán los pies a todos los huéspedes. Al terminar de lavárselos, dirán este verso: ‘Hemos recibido, ¡oh Dios!, tu misericordia en medio de tu templo’ (Sal. 48:10)”.
De nuevo, esta instrucción podría sobresaltar a la mayoría de personas de hoy día, pero el principio que la sustenta nos recuerda que hemos de pensar en todas las necesidades de nuestros invitados. Deberíamos ser atentos con ellos e intentar respetarlos y anticiparnos a sus necesidades humanas.
- “Sobre todo, se les dará una acogida especial a los pobres y extranjeros, colmándoles de atenciones, porque en ellos se recibe a Cristo de una manera particular”.
A menudo, uno de los mayores desafíos que se nos presentan es recibir en nuestro hogar a una persona pobre. San Benito nos insta a recibirlas con extremo respeto y a encontrar a Cristo en ellas.
En definitiva, la hospitalidad es tanto un arte como una obra de misericordia. Así que atendamos las necesidades de nuestros invitados y tratémosles como si fuera Cristo en persona quien entrara por la puerta de nuestra casa.