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Permiso de maternidad no significa que estás de vacaciones

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Natalia Bialobrzeska - publicado el 22/04/17
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Paréntesis esencial en la vida de una madre, no debe suponer una pausa en la vida de la mujerEmbarazada de mi primer hijo, durante los nueve meses de mi embarazo, estuve trabajando como maestra. Las náuseas, la dificultad para respirar, el tamaño del vientre cada vez más imponente camino de la escuela… Es una época que no olvidaré jamás. Solo soñaba con una cosa: el permiso por maternidad.

Por lo que decían, es un tiempo feliz de paseos con el carrito, de amistades nacidas entre madres jóvenes y de construcción de un vínculo íntimo con el recién nacido. Y con un tiempo libre con el que a veces no se sabe qué hacer. La creatividad y la pasión por abrir un negocio propio se multiplican como los brotes primaverales en los árboles. ¡Un tiempo de auténtica bendición!

¿Permanecer en casa? El trabajo menos reconocido

Me había dicho: “ahora podrás descansar”. Y me da la risa cuando lo pienso hoy en día. Niñera, ama de casa, cocinera, enfermera, administradora, psicóloga, maestra, son solo algunos de los trabajos que ejecutan diariamente una madre. Y lo que es más, ha de mejorar cada vez más su nivel de cualificación en esas destrezas sin recibir por ello ningún salario.

Permanecer en casa para los días “libres” por baja de maternidad es probablemente el trabajo menos reconocido y valorado de la sociedad. Las madres que han intentado abarcar ellas solas este periodo lo saben perfectamente.

Sus maridos también lo saben, cuando sufren horarios fijos de trabajo que, cuando vuelven a casa, les dejan el cerebro en modo pausa. Lo pueden saber todos los que tengan un poco de imaginación. Precisamente porque la baja por maternidad no tiene por qué suponer unas vacaciones para la mujer, absorbida por sus nuevas responsabilidades, se arriesga a estar de baja de sí misma y de su vida.

De tal modo que puede transformarse en una ama de casa al borde de una crisis nerviosa que se consuela convenciéndose de que todo es por el bien del hijo. Sin embargo, olvida que su hogar de felicidad brillará por su ausencia, un vacío que, poco a poco, llenará con la felicidad de los demás y dejará de vivir su propia vida para vivir la de los otros a través de su preocupación.

¿Cómo encontrar el equilibrio?

  1. Darse permiso para perder el equilibrio

No conozco a ningún deportista que haya cosechado victorias en su disciplina sin antes haber fracasado y cometido errores. Las derrotas son indispensables para crecer. No hay que empeñarse en querer ser la madre perfecta, sea lo que sea eso. No dejes de quererte a ti misma cuando sientas que no puedes más o que no tienes ganas de nada. Recuerda que no tienes por qué ser ideal.

  1. Si tu hijo es todo lo que tienes en este mundo, cambia de planeta

Es difícil no derretirse de amor delante del propio bebé. Todas las madres tienen derecho a hacerlo. Pero cuando tu prole ya sepa utilizar tu smartphone y esté preparándose para sus estudios superiores, y veas que sigues preparándole el desayuno, lavándole la ropa y diciéndole cómo vestirse, ya hace mucho que debiste haber pasado a la etapa siguiente, es decir, a la de ofrecerle un amor que aprenda a ser libre. Es gracias a este tipo de amor que tu hijo aprenderá a ser autónomo, mientras que tu seguirás siendo una esposa cariñosa, una mujer hermosa y una madre feliz.

  1. La maternidad no es un asunto unilateral

Los maridos no están solo para ayudar en el cuidado de los niños, ellos son padres de pleno derecho e igual responsabilidad. ¡Aprovéchalo! Déjale al cargo del bebé y sal de casa. ¿Solo pensarlo te hace temblar el cuerpo? Es posible, incluso probable, que los pañales se pongan del revés, que tu hijo de pocos meses coma pizza y que se duerma delante de una película, pero verás como todo el mundo sobrevive y como vuelves a casa más relajada.

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