Iniciarse en el minimalismo es acercarse más a la sencillez, a la libertad y a la quietud. Hábitos de consumo, de orden, de alimentación: nuestros consejos para centrarse en lo esencial…Vivir mejor, con menos: este podría ser el lema del minimalismo. Aplicándose a numerosos ámbitos, el minimalismo se lanza a la conquista de una vida orientada por el sentido común y la búsqueda de la felicidad. Empieza a descubrir los beneficios del minimalismo en tu día a día a través de esta iniciación introspectiva.
El minimalismo es un concepto que consiste en determinar qué es necesario en nuestras vidas y, por consiguiente, en querer deshacerse de lo superficial (objetos, tareas, ataduras, hábitos).
No existe una definición exacta del minimalismo, del mismo modo que no hay una lista de cosas exactas que hacer o desechar para hacerse minimalista. El minimalismo es ante todo un estado mental, un camino personal hacia las aspiraciones de cada uno, lo más lejos posible de las ataduras que nos hacen perder nuestra energía, nuestro tiempo y nuestra alegría.
El minimalismo os ayudará a mejorar vuestra vida diaria concentrándoos en lo esencial, tomando conciencia del exceso que os rodea, reflexionando sobre qué es lo que os hace realmente felices y librándoos de lo que os estorba física y moralmente.
Consumo minimalista: no comprar sin reflexionar
Todos vivimos en lo que puede llamarse racionalmente una sociedad de consumo. A nuestro alrededor hay muchas cosas que nos incitan a consumir y que llegan incluso a crear en nosotros nuevas necesidades y nos acostumbran a comprar casi mecánicamente una serie de productos superfluos.
En este contexto, lo primero que hay que hacer es interrogarnos sobre nuestra relación con estos mensajes o productos y preguntarnos qué nos aportan. ¿Tengo ganas realmente de comer este pastel que acabo de ver en la publicidad? ¿Lo necesito? ¿Qué me va a aportar? Si las respuestas a estas preguntas les empujan a dudar del fundamento de una compra, estan en buen camino para resistir mejor a la publicidad y al consumo excesivo.
Es necesario preguntarnos si nuestra perspectiva sobre el consumo no está profundamente influida por la sociedad, más allá de nuestras necesidades y nuestro placer. Perder el control de las compras es más que un mero perjuicio económico, es algo que impacta también sobre nuestro empleo del tiempo, nuestra imagen y, de manera más general, sobre nuestra vida.
Estas compras, además de no aportar gran cosa, pueden incluso haceros perder de vista otros elementos más esenciales. Si encuentran más felicidad en pasar buenos momentos en familia o entre amigos, o practicando un deporte, ¿por qué utilizar esos minutos u horas preciosos en comprar artilugios en tiendas o por Internet?
Cuidado, el minimalismo no implica un rechazo total de ciertos bienes o modos de consumo. Una persona minimalista tiene derecho a darse caprichos, a adquirir productos que no tengan una especial utilidad. Todo ello cuestionándose siempre y limitando un consumo desmesurado. A cada uno le corresponde encontrar el equilibrio de su propio consumo y su mejor forma de concentrarse en lo principal.
Interior minimalista: poner orden en la vivienda y en la vida
Si consiguen frenar sus compras compulsivas, también pueden echar un ojo a todo lo que hayan acumulado con el paso de los años en su casa. Aunque encuentren diariamente los mismos muebles y objetos en casa, muchos de ellos se habrán convertido en casi invisibles. El tiempo obstruye a veces nuestra visión rutinaria, hasta tal punto que ciertas cosas permanecen en un sitio más allá de toda lógica. Un interior desordenado inspira un espíritu desordenado: hagan la limpieza en la casa para liberar su cabeza de preocupaciones fútiles.
Ha llegado el momento de hacer balance: esos bienes acumulados en su casa, ¿les hacen felices o les sirven para alguna cosa? Recorran su casa, hagan un inventario de lo que hay en cada habitación y pregúntense sobre cada objeto. Rápidamente les sorprenderán la cantidad de baratijas, recuerdos, aparatos o ropa que hace años que no han servido para nada. Al guardar menos cosas, ahorrarán energía, porque el mantenimiento les costará menos tiempo.
Pongamos el ejemplo del ropero para hacer una primera batida. Entre toda la ropa que conservan en casa, ¿cuál no han utilizado en más de un año? Hagan dos montones: uno para la ropa que suelen usar y otro para la ropa que se queda siempre en el armario.
Ahora centrémonos más en esta segunda pila y estudiemos cada prenda caso por caso: ¿por qué adquirieron esta prenda? ¿Por qué no la utilizan? ¿Podrían recuperarla? Si llegan a la conclusión de que ya no hay lugar para ella en el armario, es momento de descartarla. Siguiendo el mismo principio, ocúpense de la cocina, del cuarto de baño y del salón, tanto para lo guardado en los cajones como para lo que se muestra en las paredes.
¿Qué hacer con lo que nos resulta innecesario? Una vez puesto orden en casa, no cedan a la tentación de tirarlo todo a la basura, sean más responsables y más ecológicos. Esos objetos que ya no les sirven podrían servir a otra persona. La reutilización por otros permitiría no contribuir a la sobreproducción y a la contaminación que la acompaña. Si es posible revendan sus objetos (los que estén en buen estado), piensen también en donarlos a asociaciones, particulares o incluso a seres queridos.
Al final, ese interior despejado de cosas inútiles les permitirá concentraros visualmente, manualmente y mentalmente en lo esencial.
Alimentación minimalista: natural y simple
¿Saben que el minimalismo también puede ser beneficioso para la salud? La alimentación es un factor importante para nuestro bienestar y conviene cuidarla para conservar la salud. Darle a la alimentación un carácter minimalista es, sobre todo, simplificarla. La idea no es privarse, sino volver a los orígenes, a los productos sanos y naturales, cocinados y saboreados por uno mismo.
Judith Crillen, autora de Minimalisme: La quête du bonheur et de la liberté par la simplicité (Minimalismo: la búsqueda de la felicidad y de la libertad a través de la simplicidad), explica en su obra cómo practicar el minimalismo “en el plato” mediante seis consejos. “Comer menos pero mejor” permite reequilibrar nuestros hábitos alimentarios comenzando por comer lo que necesitamos y lo que nos sienta bien en vez de servirse sin medida.
Eliminar los alimentos procesados significa evitar esos excesos de sal, de azúcar, de grasa y de aditivos para privilegiar los alimentos no naturales, básicos y biológicos. “Cocinar de forma sencilla”, puesto que una buena alimentación no necesita ni muchos ingredientes ni mucho material ni, en absoluto, demasiado tiempo en la cocina.
“Planificar la comidas de la semana”: es el consejo que da Judith Crillen para organizar de la mejor manera las comidas (y, por lo tanto, las compras), no caer en la frustración de no saber qué comer en el día a día y evitar el derroche. Con sabiduría, también preconiza “tomarse tiempo”, tanto para saborear la comida como para favorecer la saciedad.
Finalmente, aconseja “prestar atención a nuestro cuerpo” para comprender mejor sus necesidades y su digestión con el objetivo de eliminar cualquier molestia ligada a los excesos o a alimentos que no nos convienen.
Inspírense en el minimalismo para poner orden en su vida y dedicar más tiempo para lo que más les importa.