El mes de mayo es tradicionalmente dedicado a la Virgen, y especialmente en la ciudad de Roma, a través de sus "Virgencitas". Se trata de imágenes de la Virgen esparcidas por las calles y callejones de la ciudad, en algunos casi milagrosas, y objeto de devoción popular.
Ya en la antigua Roma, pequeños templos (aediculae) eran erigidos en las intersecciones de las calles de campo de honor a las divinidades que protegían a los caminantes. A partir de la Edad Media, surgieron unos similares dedicados a la Virgen que muy pronto se difundieron en todos los rincones de la ciudad (a mediados del ‘800 había 1.421, hoy habría alrededor de la mitad que han sobrevivido).
A pesar del tiempo y el descuido, dan testimonio de una devoción aún viva, expresada con una flor o una candelita, pero también una votiva por las gracias recibidas. Hasta principio del siglo XX los habitantes proveían a sus expensas mantener encendidas las luces frente a estos puestos: expresión de devoción, pero también una única posibilidad de iluminación nocturna en la ciudad.
Al caminar por los callejones de Roma, no es difícil toparse con las Virgencitas incrustadas en los muros de las casas, en los rincones de las calles, en las murallas. Observan desde tiempos antiguos el caminar atareado de comerciantes, transeúntes, pobres y ricos, la grandeza y la miseria de los hombres.
Milagros callejeros de la Virgen
Seguramente (con tanto proceso canónico) diversas Virgencitas movieran los ojos y lloraran entre julio y agosto de 1796. Una premonición de lo que sucedería poco después, con la ocupación napoleónica. Desde entonces el culto de las Virgencitas se volvió un emblema de la resistencia de los romanos contra la invasión francesa.
Otro periodo significativo es el del final de la II Guerra Mundial. En 1944, Pío XII había consagrado la ciudad a la Virgen del Divino Amor para que salvara de los bombardeos. Y como agradecimiento por salvar del peligro, en la ciudad surgieron quioscos dedicados a la Virgen del Divino Amor, todavía hoy objeto de devoción.
Gracias a Sergio Gittarelli, autor del volumen Le edicole sacre di Roma. A passeggio per le vie di Roma alla scoperta delle madonnelle por su contribución.