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Mi hogar puede ser un castillo interior lleno de espiritualidad

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Cecilia Zinicola - publicado el 03/05/17
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¿Qué es lo que no puede faltar en nuestro hogar y cómo lo cuidamos? Santa Teresa de Jesús aporta ideas para que vivamos la espiritualidad

Santa Teresa de Ávila escribió una obra maravillosa sobre un Castillo Interior en el que, pasando por sus siete moradas, nos encontramos en cada una con Dios. Nosotros somos un castillo habitado por Dios: verdad, bondad y belleza. ¿Pero cómo lo exteriorizamos?

Nuestro hogar tiene que reflejar nuestra interioridad y convertirse en un sitio de encuentro con Dios. Estas son algunas ideas prácticas sobre cómo poner en condiciones siete moradas de nuestro hogar y ¡alimentar el alma!

1Sitio de oración.

En todo hogar debería existir un espacio para la oración individual o compartida. Este es el primer acercamiento para una relación de amistad con Dios. Aparta un lugar en tu casa, aunque sea pequeño, para tener un encuentro con Él, reflexionar, meditar y rezar en silencio o en voz alta con el corazón alguna de las oraciones que conoces. En un hogar donde se ora, se respira la paz.

2Cocina.

Uno percibe, además de los aromas y sabores, el amor cuando éste se vive al entrar en una cocina. Preparamos una taza de chocolate caliente para compartir, un té cuando alguien está enfermo, una cena para un festejo, experiencias que nos llevarán a vivir la profundidad de las relaciones humanas. Por algo se la conoce como el corazón del hogar y debe ser siempre en cada detalle un espacio vivo que exprese el amor.

3Closet.

¡Fundamental! Las mujeres podríamos perfectamente decir que el armario es un cuarto en sí mismo. Si no está ordenado, estamos en crisis.

Hay que quitar todo lo que no usamos. Es decir, darlo a alguien necesitado o algún amigo o familiar, pero sacarlo definitivamente de modo que esas cosas no ocupen lugar o nos nublen la vista. Hay ropa que conservamos pensando que volveremos a usar cuando adelgazemos, ropa que tenemos porque la moda “siempre vuelve”, o que tiene un recuerdo especial.

Aunque nos resulte difícil soltar cosas y lo hagamos en varias etapas, la limpieza es importante. Este ejercicio nos ayuda a ordenarnos (y a ordenar nuestro castillo interior), a reconocer lo que es importante, a mirar nuestra realidad con su grandeza y su miseria y a tratar las cosas con humildad.

4Baño.

Contar con un lugar de reposo y alivio luego de las tensiones del diario vivir, es saludable. Por eso, deberíamos mantenerlo siempre limpio y bello. Sería bueno que sea espacioso y esté comunicado sólo con el dormitorio. Se pueden conseguir velas, flores, aromatizantes y aceites para masajes.

Para nuestros momentos a solas, ¡qué lindo es poder tomar un agradable baño caliente, o en la bañera relajarnos después de un día de trabajo con una música suave, una copa de vino y un libro!

5Espacio natural.

¡Recuerda no olvidar un lugar natural en tu casa! Puede ser un patio, un pasillo o un jardín, pero siempre un espacio verde. En la naturaleza encontramos a Dios.

Santa Teresa comparaba el gusano feo que se arrastra con la bella mariposa que vuela. El gusano tiene que morir a sí mismo para transformarse radicalmente, dejando de tejer su capullo y encerrarse en sí mismo sin saber cómo y cuándo saldrá a volar. ¡Es increíble lo que podemos aprender al contemplar la sabiduría de la naturaleza! Así comenzamos a edificar nuestro castillo interior con sentido de trascendencia.

6Comedor.

En todo hogar debería haber un espacio de encuentro donde cada uno tenga su sitio. Esto refleja no sólo el valor de la familia sino también el sentido de pertenencia que es tan importante. Evita las pantallas, los teléfonos, las computadoras lo que más puedas. Que el contacto sea entre las personas. Uno tiene la necesidad de compartir y dialogar con los que ama.

7Dormitorio.

El dormitorio es un lugar sagrado. Hay que buscar decorarlo e iluminarlo, hacerlo propio, mantenerlo limpio e incluso sería bueno que siempre sea privado y se preserve, se guarde. Dios nos invita a recogernos en la intimidad.

Es una gracia a veces el irse a dormir y hablar “con la almohada”, hacer nuestro examen de conciencia o la última oración de la noche. Se puede incorporar velas, un rico perfume de ambiente y para las sábanas alguna aromaterapia relajante que abra las fosas nasales y sea agradable.

No olvides tampoco la calidad de las sábanas y el acolchado. Son detalles, pero materializamos nuestro espíritu en esas cosas y cuando abrimos los ojos en la mañana es ideal ¡despertar en un lugar bonito para empezar el día!

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