Pretende ser ejemplo en el país y además de ser amigable con el medio ambiente es sismorresistente “Todos pueden participar en esa construcción: niños, discapacitados, ancianos, porque ensamblar las botellas es fácil. Hay tres formas de hacerlo: tuerca tornillo, remaches de pop o hilo de PET, que se saca de las mismas botellas”
Así se expresó en diálogo con El Espectador Carlos Yepes, el dueño de la casa que en los últimos días cobró fama por ser denominada por la prensa como la “más autosustentable” de Colombia.
Ubicada en la localidad de Guarne -departamento de Antioquia, cerca de Medellín-, esta construcción de 110 metros cuadrados, y a muy poco de ser finalizada, está hecha a base de guadua (considerado el “acero vegetal”) y más de 3.500 botellas PET.
“Se revoca con suelos de cemento, la misma tierra que sale de la explanación de la casa, en madera, con el método tradicional de cemento arena e incluso con figuras artísticas con las tapas de las botellas”, comenta Carlos entusiasmado al momento de indicar cómo proceder con este material luego de ser instalado.
Carlos se manifiesta alegre y satisfecho con su trabajo, que tuvo la colaboración de tres personas más durante tres meses. Por otro lado, destaca la baja de costos a través de este tipo de iniciativas, no solo por los materiales reciclados utilizados (botellas PET para paredes y envases de treta pack par el techo), sino por utilizar la energía solar como única fuente de energía y el aprovechamiento del agua de lluvia.
Además, otra de las particularidades de esta casa amigable con el medioambiente es que es sismorresistente, aspecto para nada menor y preventivo.
“Hacemos esta vivienda para demostrar que es factible cambiar los modelos constructivos y tener sistemas más en armonía con la naturaleza para construir vivienda digna”, subraya Carlos a ese medio.
Si bien la idea de este colombiano no es novedosa, pues en otros países del continente se han desarrollado iniciativas similares con la utilización de materiales reciclados, por ejemplo, escuelas o sedes universitarias, representa un paso más en Colombia hacia los modelos alternativos y una solución para públicos específicos que viven en medios rurales o también en algunas zonas urbanas. Y este avance lo dio Carlos, quien puso su granito de arena (o en este caso mejor “su botella de PET”) en pos del bien común.