Tenemos que tener en mente lo limitado que puede ser el lenguaje para transmitir ideasNo conozco a una sola persona que se pase el tiempo frotando sus manos y tramando mi caída. Por eso, aunque sé que Cristo nos invita a amar a nuestros enemigos, pensé que yo estaba fuera de campo, ya que no parecía tener ninguno.
A no ser que el tipo teatral no sea el único tipo de enemigo que puedas tener… En realidad, el tipo predominante de enemigos que muchos de nosotros tenemos es el tipo que encontramos en los espacios de comentarios, conversaciones de Facebook y tweets: personas que están al lado opuesto de nuestro espectro religioso o político.
No diríamos que los odiamos, pero somos rápidos en describirlos como trolls auto-justos, de cabeza cuadrada, incapaces de escuchar una buena razón, aferrados inflexiblemente a su propia idea desviada y sesgada de la realidad.
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Por supuesto, esa actitud no es precisamente amorosa. Creo que es correcto decir que la mayoría de las veces, esas personas se califican como nuestros enemigos.
Y es entonces cuando debemos recordar el mandamiento de Cristo de amarlos, como lo hace el Padre, que “hace salir el sol sobre los malos y los buenos” (Mt 5, 25).
El mandamiento de “amar a tus enemigos” es muy directo, porque por supuesto, en el momento en que empezamos a amar a nuestros enemigos, dejan de ser nuestros enemigos y se convierten en hermanos. O, tal vez primos lejanos, pero familia, de todos modos.
Por supuesto, todavía pueden fomentar el odio hacia nosotros, pero si podemos lograr amarlos a pesar de sus palabras, no pensaremos en ellos como enemigos; pensaremos en ellos como personas que no nos aman.
Ama a tu enemigo, y él deja de ser tu enemigo. No importa cuán escandalosas, cuán irritantes puedan ser sus creencias; el amor siempre es siempre posible. Debe serlo, o Cristo no lo requeriría de nosotros.
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Aquí hay algo que me ayuda a inclinarme hacia el amor, si consigo mantenerlo en mente:
Podríamos estar todos hablando inglés, pero eso no quiere decir que estamos hablando el mismo idioma. Todo el mundo oye diferentes connotaciones, de acuerdo con sus propias experiencias de vida personal.
Así, aunque que el lenguaje es la mejor manera que tenemos de transmitir las ideas que están en nuestra cabeza a la mente de alguien que no somos nosotros mismos, tenemos que admitir que no es un sistema perfecto.
Piense en el marido que dice “vamos a comer esta noche”, y la esposa que interpreta que significa “no puedo otra noche con tu comida”.
Ese tipo de malentendido es bastante normal entre las personas que se aman, y es astronómicamente más frecuente on line, donde la comunicación es reducida a palabras desnudas, sin expresión facial, tono, cuerpo y contexto, y reforzada por el intoxicante sentido del anonimato que sentimos, que nos protege de las consecuencias sociales de nuestras palabras.
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Cuando te das cuenta de lo inexacto que puede ser el lenguaje y recuerdas al mismo tiempo que las palabras de todo el mundo son sólo la más mínima punta del iceberg de quienes son en realidad, es un poco más fácil resistirse a caricaturas cómicamente blancas y negras de los reales, vivos y multidimensionales hijos de Dios (ese es su verdadero rostro).
Ciertamente, la gente puede ser inflexible, poco razonable e irritante, y quizás no los has malinterpretado en absoluto; tal vez ellos están simplemente equivocados y sean irritantes.
Pero curiosamente, cuando alguien que amamos exhibe esos mismos rasgos, de alguna manera es mucho más fácil pasarlos por alto, porque tienes contexto: sabes quiénes son, y qué carga llevan, y los has visto en sus buenos días, también.
Sabes que son capaces de nobleza y pecaminosidad. No estás realmente tentado a reducirlos repentinamente a sus pecados más obvios.
Si puedes mantener en mente lo desenfrenadamente inefectivo que puede ser el lenguaje como forma de transmitir ideas (aunque sigue siendo el mejor método que tenemos, a este lado del cielo) y recordar al mismo tiempo que cada uno lleva consigo años de experiencia personal, nobleza pecaminosidad, heridas, idiosincrasias y sesgos sutiles, entonces bueno, es mucho más fácil tener en cuenta que son como tú, en todos los aspectos que importan.
Es sólo un poco más fácil verlos como una persona a quien amar, con una vida complicada, y una mente aún más complicada.
No es mucho, pero podría ser suficiente para recordarte que hay una persona detrás de esas palabras, y que hay mucho más en su mente de lo que tú conoces.
Y cuanto más amas a tus enemigos, menos enemigos tendrás. Todo el mundo gana.
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