Una iglesia gótica en Alemania debió haber sido una vinoteca. Al menos, eso es lo que quería el diablo.Según parece, los arquitectos y constructores alemanes disfrutan engañando una y otra vez al diablo. La iglesia Frauenkirche de Múnich, por ejemplo, es famosa por la “huella del diablo” –puedes leer aquí sobre el tema–, que fue donde se quedó perplejo el diablo tras darse cuenta de que el astuto arquitecto Jörg Von Halsbach se había burlado de él. Sin embargo, la iglesia de Santa María, en Lübeck, también tiene una historia relacionada con el diablo y con los constructores de la iglesia.
Dice la leyenda que cuando se estaba construyendo la gran iglesia gótica de Santa María, el diablo hizo una visita a los trabajadores y les preguntó qué estaban construyendo. Temerosos de decirle la verdad, sabiendo que le molestaría, en su lugar le dijeron que construían el mayor bar de vinos jamás visto. El diablo quedó tan encantado al escuchar la noticia que decidió ayudar él mismo en su construcción.
Sin embargo, con la iglesia casi terminada, el diablo se dio cuenta de que todo había sido un engaño. Lleno de furia diabólica, levantó una gran piedra con intención de arrojarla contra la iglesia. Uno de los trabajadores se levantó y le prometió que construirían una taberna justo frente a la iglesia. El diablo aceptó el trato y dejó la losa donde estaba. Hoy día todavía se pueden ver algunas marcas en la losa, supuestamente producidas por las garras del diablo. Una pequeña estatua de bronce del diablo saluda a los que pasan por el lugar, ya vayan camino de la iglesia o, en efecto, a la taberna Ratskeller, al cruzar la calle.