El clásico de Billy Wilder cumplió sesenta años y parece que nadie se acordó de ella, y todo a pesar de ser una verdadera sublimación de suspense y comediaHace unos días enseñaba a un joven de dieciocho años, estudiante en la universidad de Comunicación Audiovisual y cinéfilo convulso devorador de libros sobre cómo escribir un guion, una imagen del célebre camarote de los hermanos Marx. Ya no es que no supiera que el momento pertenecía a Una noche en la ópera (1935), es que ni si quiera sabía quiénes eran los hermanos Marx.
Hace tiempo, leí también que John Landis, director de Un hombre lobo americano en Londres (1981), comprobó pasmado de ver cómo en la Universidad de Londres, lo estudiantes de cine no tenían ni idea de lo que se había hecho más atrás de la década de los 60.
A mí me llevó su tiempo, no crean, pero al final terminé dándome cuenta de que la clave de todo estaba en el cine clásico. Mientras los cinéfilos más jóvenes aplauden hasta el delirio el cine de Christopher Nolan mucho no saben ni quieren oír hablar de quien es una de sus referencias más claras, Stanley Kubrick.
Si les gustan los argumentos desordenados vean, por favor, Atraco perfecto (1956) y si creen que Interesetellar (2014) es ciencia ficción intelectual échenle un ojo a 2001 (1968). Sí, todo el mundo dice que la ha visto, pero pocos la han visto de verdad. Y si quieren un final sorprendente, cambien de director –aunque también los tiene-, y vean Testigo de cargo (1957).
https://www.youtube.com/watch?v=SAUdaV_Q4vQ
La película dirigida por Billy Wilder se rodó hace justo sesenta años, pero se estrenó en Estados Unidos hace cincuenta y nueve. Por aquel entonces los estrenos no eran simultáneos y al resto del mundo llegaría por cuentagotas, no existía el riesgo del pirateo.
El film está basado en un cuento de Agatha Christie que la propia escritora llevó al teatro con un sonoro éxito. El relato, la obra y la película nos cuentan, en esencia, lo mismo, la historia de un hombre acusado de haber matado a una mujer mayor que él que, presumiblemente, se enamoró de él y que éste aprovechó para quitarle la vida y llevarse la mayor parte de un testamento recientemente modificado a su favor.
Todo muy folletinesco, como verán. Si alguien quiere saber cómo se hace una buena película de juicios que vea Testigo de cargo y es más, si alguien quiere saber cómo se deja caer la ironía y la mala leche en un relato aparentemente serio con sentido del humor, que vea también Testigo de cargo.
El film está interpretado por un inmenso (en todos los sentidos) Charles Laughton, un abogado forzado a abandonar los casos criminales debido a su delicado estado de salud. Una enfermera velará, sin demasiado éxito, para que Sir Wilfrid Roberts (Laughton) cumpla con sus horarios, no fume, desde luego, no beba, y evite en la medida de lo posible, tensiones innecesarias.
Laguhton, se mete la película en el bolsillo de principio a fin, y solo cede cortésmente el protagonismo a una Marlene Dietrich en estado de gracia. Dietrich es Christine, la elegante esposa de quien está acusado de asesinato, tan estilizada y cuidadosa que nunca se desmaya en público, ya que nada le asegura que vaya a caer con estilo.
Testigo de cargo no es solo intrigante, apasionante y su final realmente memorable, el film es también un prodigio de cómo escribir un guión que combina a la perfección suspense, intriga y humor. Billy Wilder era tan bueno escribiendo que poco importaba que no fuera un visionario escénico como Orson Welles o un dramaturgo fílmico como John Ford. Por cierto, a los más jóvenes, ¿les dicen algo estos nombres?
Ficha Técnica
NO RECOMENDAD PARA MENORES DE 7 AÑOS
Título original: Witness for the Prosecution (1957)
País: Estados Unidos
Director: Billy Wilder
Guión: Billy Wilder, Harry Kurnitz basada en una obra de teatro de Agatha Christie
Música: Matty Malneck
Género: Suspense
Reparto: Tyrone Power, Marlene Dietrich, Charles Laughton, Elsa Lanchester,John Williams, Una O’Connor, Henry Daniel, Norma Varden, Torin Thatcher,Ian Wolfe, Francis Compton