El tema de los migrantes centroamericanos y la violencia, una perversa relación causalMédicos Sin Fronteras (MSF) ha puesto el timbre de alarma: 92% de los migrantes centroamericanos -expulsados de sus países de origen o en tránsito por México hacia Estados Unidos y que han sido atendidos por los equipos de salud mental- aseguran haber sido víctimas de algún tipo o grado de violencia, ya en sus países, ya en tránsito.
Como si estuvieran en guerra
La magnitud de este hecho cobra relevancia cuando cada año salen, principalmente, del Triángulo Norte de América Central (Honduras, Guatemala y El Salvador) cerca de medio millón de seres humanos. Nada más El Salvador, cuya población total es de 6 millones de personas, tiene viviendo 1.2 millones de salvadoreños en Estados Unidos.
La violencia es lo que impulsa a huir a los migrantes que atraviesan la ruta centroamericana con la intención de llegar a México o Estados Unidos, pero también lo que marca el mismo camino. “La violencia experimentada por la población del Triángulo Norte centroamericano no es diferente de la que se vive en un país en guerra”, apunta ACNUR, la comisión de la ONU que se encarga de estudiar las causas de migración y refugiados en el mundo.
Según se desprende de un estudio de MSF, la mitad de las personas entrevistadas había abandonado su país por razones relacionadas con la violencia. Un tercio de quienes entraron en México había sufrido “actos de violencia física” y 43% de los entrevistados había perdido a algún familiar en un incidente violento y las amenazas llevaron a huir a casi la mitad: 48 por ciento.
Los datos se elevan en el caso de los salvadoreños: 54 por ciento sufrió chantaje o extorsión antes de huir,; 70% solía escuchar disparos en su barrio y 79% había sido testigo de un homicidio o había visto algún cadáver de alguien asesinado.
A nivel general, 39.2 por ciento de los refugiados o migrantes del Triángulo Norte de Centroamérica entrevistadas por MSF mencionó los ataques directos o amenazas (a ellos o a sus familias), así como episodios de extorsión y reclutamiento forzado por bandas criminales como las principales razones para abandonar su país de origen.
Las primeras víctimas: las mujeres
Salir huyendo no acaba con la violencia en contra de estos centroamericanos pues, siempre según el estudio de MSF, 68 por ciento de los migrantes y refugiados que viajaban a Estados Unidos confesaron haber sido víctimas de la violencia durante la ruta por México: 44 por ciento dijo haber sido golpeado y 40 por ciento fue empujado o estrangulado. “La repetida exposición a este tipo de actos es una realidad cotidiana en esta ruta migratoria”, critica MSF.
Donde más duramente se muestra este calvario es entre las mujeres. En el viaje hacia Estados Unidos, las mujeres son forzadas a tener relaciones sexuales no deseadas o a acceder a relaciones a cambio de cobijo, protección o dinero.
Cerca de un tercio –un 31%– de las mujeres que aceptaron responder a esta pregunta había sufrido abusos sexuales y 10% había sido víctima de violaciones y otras vejaciones, como ser obligadas a desnudarse.
Sus agresores fueron “miembros de bandas y organizaciones criminales, así como agentes de las fuerzas de seguridad mexicanas, [que son] responsables de su protección”, precisa MSF. Se trata de un tipo de violencia que tiene “un impacto muy fuerte” tanto en el “bienestar psicológico” de las personas migrantes, como en su “capacidad de pedir ayuda”.
La organización humanitaria denuncia también los obstáculos con los que se topan los migrantes y refugiados centroamericanos para acceder a la asistencia médica en México. “En todo el país, las estructuras sanitarias carecen de reglamentos claros y estandarizados sobre la atención a este colectivo”, sostiene MSF.
Sin atención y sin comprensión
En este sentido 59% de las y los que fueron víctimas de violencia, según el estudio, no solicitó atención médica debido, “a cuestiones de seguridad, al temor a represalias o al miedo a ser deportados”. Las dificultades también se extrapolan al acceso a la atención psicológica.
El “miedo a sufrir estigma o a ser censurados” por el personal sanitario, el desconocimiento de que requieren atención y “de que tienen derecho a recibirla” o “el temor a agravar el riesgo de ser abandonados o sufrir más abusos”, provocan, según MSF, que “solo una mínima parte de las víctimas de violencia sexual” recurran a un centro de salud para pedir ayuda.
Y encima de todo, hay muy pocas concesiones de asilo en México y en Estados Unidos. En 2016, México otorgó el asilo a menos de 4,000 personas de El Salvador, Honduras y Guatemala mientras que expulsó a 141,990 personas de estos tres países, según recoge el informe de MSF.
Los datos de ACNUR apuntan que la situación en Estados Unidos no es más alentadora. De las 98,923 personas del Triángulo Norte de Centroamérica que presentaron una solicitud de asilo hasta finales de 2015, las peticiones aceptadas han sido 9,401 pero desde 2011.
Quizá no exista una cadena de deshumanización más grande que la que se está produciendo en el corazón del continente americano, aquél que fue llamado por la Iglesia católica como “el continente de la esperanza”.
Con información de Eldiario.es