Un reciente caso en San Cruz volvió a generar indignación y cuestionamientos El lunes 17 de mayo la tranquilidad de la localidad de San Julián, a escasos kilómetros de Santa Cruz y con aproximadamente 50.000 habitantes, se vio sacudida gracias a un caso que generó indignación, pero que al mismo tiempo forma parte de una práctica atroz que suele repetirse: el linchamiento.
La persona se llamaba Johnny Pizarro Miranda y estaba detenido en una celda de la comisaría local acusado de haber participado en la muerte, en un intento de robo, de un adolescente que trabaja como “mototaxista” y que fue encontrado sin vida hace más de un mes, indica Los Tiempos.
Pero una vez más ganó la intolerancia y una turba quiso “hacer justicia por mano propia”. Fue por ello que el pasado 15 de mayo una muchedumbre se acercó hasta la celda, evadió la guardia policial, lo sacaron a él y a otros presuntos sospechosos y terminaron colgándolo en la plaza pública.
“Esos linchamientos están al margen de la ley, es un asesinato”, expresó el comandante de la Policía de Santa Cruz, Rubén Suárez, en declaraciones a los medios de prensa, quien también pidió garantías de seguridad para los uniformados, quienes nada pudieron hacer para evitar el crimen y también resultaron golpeados.
A raíz de este caso la Fiscalía se puso a trabajar, hubo siete personas detenidas y las autoridades policiales tampoco descartaran que de fondo la situación tuviera vínculo con el microtráfico de droga.
Sin embargo, el clamor va más allá y generó hasta la reacción del arzobispo de Santa Cruz de la Sierra, monseñor Sergio Gualberti.
“Basta de linchamientos, basta de esos actos de barbarie que no son dignos de un pueblo como Bolivia”, exclamó.
Bolivia junto a Guatemala es uno de los países de la región con mayores casos de linchamientos. Suele ser una práctica arraigada en varias localidades y también responde a la falta de garantías en algunos lugares de parte de las autoridades. En muchos casos tan solo basta una denuncia o una simple sospecha para actuar en consecuencia.
“Nadie puede arrogarse el derecho de matar a otra persona, si una persona a cometido algún delito hay una justicia, actúen conforme a la justicia, no es matando que se solucionan los problemas, creo que esto es una llaga que tenemos en nuestro país”, reproduce la Agencia Fides.
Lo que sucedió en San Julián volvió a poner el tema de los linchamientos en la agenda pública y recordar viejos cuestionamientos hacia esta forma de proceder. Pero además de todo lo vinculado a la dignidad humana aparece también la cuestión de considerar la “muerte como espectáculo”. En algunos casos, mientras un grupo de personas deciden hacer justicia por mano propia otros se transforman en acompañantes de la situación como si de un espectáculo circense se tratara, complicidad que en las horas posteriores se transforma en silencio. De momento, el clamor es repetitivo en Bolivia, ¡basta de linchamientos!