Toma el Santo Rosario entre tus manos y rézalo, en cada Avemaría pídele que te enseñe a mantenerte de pie y con esperanza ante cualquier dificultad…
El otro día estaba desayunando en mi casa, cuando de pronto tocaron desesperadamente la puerta, corrí para ver quién era y me encontré con el señor Jorge llorando:
– ¿Padre, cómo puedo quitarme todo el estrés que tengo? Ya no aguanto más. Mi papá está en el hospital, mi mamá ya casi no puede caminar. Mi esposa está enojada porque cuido a mis papás y en el trabajo quieren despedirme. Siento que me estoy volviendo loco no sé qué hacer.
– Me alegra que hayas venido, vamos a la capilla, alguien te está esperando… contempla un momento el rostro de la Virgen María. Ve cuánta paz y tranquilidad tiene.
– Sí, padre, lo sé y a mí me hace tanta falta, siento que ya no puedo.
– Hijo, ella es quien te puede dar la paz que tanto anhelas, porque ella tampoco tuvo una vida fácil, siempre hubo problemas.
Imagina lo difícil que fue decirle a José que estaba esperando al Hijo de Dios, piensa en lo que sintió que llamaran a su Hijo borracho, blasfemo, recuerda cuando la pobre tuvo que ir a buscarlo porque decían que se había vuelto loco… lo triste de saber que Jesús estaba siendo enjuiciado y después condenado a muerte, trata de verla siguiendo a su amado Hijo a cuestas con la cruz, sangrando y siendo humillado, intenta sentir su dolor al verlo crucificado y después muerto en sus brazos… ¿verdad que su vida no fue fácil?.
– Es cierto, padre Sergio, su vida no fue fácil.
– Y a pesar de todo ese dolor y sufrimiento nunca perdió la esperanza, jamás dejó de confiar, durante toda su vida su fe le recordó que los planes de Dios eran perfectos y que por más oscuro y difícil todo saldría bien… Y con la gracia de Dios sacó fuerza para mantenerse firme y con paz, y además nos ha acompañado por muchos años a todos sus hijos que acudimos en su auxilio como una buena madre…
Verás que todo será diferente
En ese momento nos hincamos los dos ante la Virgen de Fátima, le entregué mi Rosario y le dije:
– Jorge: María, tu Madre, tuvo mucha confianza y por eso aun en medio de las peores tormentas siempre salió adelante, te invito a que no te preocupes tanto. Mejor ocúpate y pregúntale cómo lo hizo.
Toma el Santo Rosario entre tus manos y rézalo, en cada Avemaría pídele que te enseñe a mantenerte de pie y con esperanza ante cualquier dificultad. Ora a la Virgen y luego ven a contarme cómo vas con ese estrés… verás que todo será diferente”.
Una promesa fecunda
Jorge se puso a llorar y me dijo:
– Padre, le prometo a la Santísima Virgen delante de usted que rezaré el Rosario todos los días. Le pediré que me sostenga y que me llene de esperanza para saber que todo saldrá bien con la ayuda de su Hijo Jesús.
… unos días más tarde me lo encontré en la Librería San Pablo:
– Padre, cuánto le agradezco a Dios que lo pusiera en mi camino, ahora le rezo a la Virgencita todos los días y me siento tan bien… Ya no estoy solo, ahora la Virgen me ayuda. Aquel día venía buscando cómo desestresarme, y usted me dio algo mejor, me enseñó el poder de la oración a la Virgen María con el Santo Rosario.”
Qué contento quedé, una vez más mi Madrecita del Cielo sigue ayudándonos y acompañándonos a todos sus hijos. ¡Por favor nunca dejen de rezar el Santo Rosario!
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