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El tráfico de órganos: Un gran negocio y una forma moderna de esclavitud

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Salvador Aragonés - publicado el 28/05/17
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Papa Francisco quiere eliminar esa lacra social, pues son “crímenes contra la humanidad” que afecta a la gente más pobre

El trasplante de órganos humanos es una de las lacras más terribles de la sociedad actual. Es una forma de esclavitud que afecta a los más pobres. En los países menos desarrollados, especialmente en Asia, son muchas las personas que viven con necesidades primarias agudas y a falta de un justo reparto de la renta, en su país y también en el mundo, hay personas que se ven en la necesidad de “vender” sus órganos para que unos traficantes sin el menor escrúpulo los vendan a pacientes de países ricos.

Es un tráfico clandestino que mutila a seres humanos, causándoles mucho dolor, si no la muerte. También existe un tráfico de órganos extraídos a cadáveres de recién fallecidos. Se extraen riñones, corazón, pulmones, ojos, córnea, piel, páncreas, intestinos, etc., que generan un “mercado negro” de órganos cada vez más en alza. Desde hace tres décadas, la problemática del tráfico de órganos figura en la agenda de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

El doctor David Tushaus, de la Mossouri Western State University, especialista en tráfico ilegal de órganos humanos, afirmó que en el “turismo de trasplantes” los vendedores de órganos suelen ser gente pobre desesperada por conseguir un poco de dinero.

Anualmente se practican unos 120.000 trasplantes en el mundo. Según la OMS, se estima que entre un 5 y un 10 por ciento de los trasplantes son ilegales.

Uno de los países que es más criticado por estos procedimientos ilegales e inhumanos, es la República Popular China. Pekín asegura que ahora ha dejado de poner en el mercado los órganos de los presos ejecutados, pero los partidarios de trasplantes éticos lo rechazan. El presidente de la Sociedad Internacional de Trasplantes, Philippe O’Connell, dijo recientemente que China “no va a pasar de un sistema que usaba órganos de prisioneros ejecutados, basado en corrupción y en el que los órganos se compraban… a un sistema que es completamente abierto, transparente y ético”.

Según declaró al diario “ABC” de Madrid Philippe O’Connell, es una “evidencia científica”, dijo, que entre un 40 y un 70 por ciento de los “turistas del trasplante”, o sea de aceptar o donar órganos ilegales, “desarrolla al menos una complicación infecciosa y de ellos un 20-50% una infección mortal. Algunas de estas infecciones están causadas por organismos resistentes a los tratamientos antibióticos disponibles, que serían importados al país de origen de estos pacientes cuando regresan después de un trasplante realizado en condiciones no adecuadas”. Hay países que tienen una clara deficiencia de estructuras sanitarias.

Un reciente Congreso de Trasplantes de Órganos, celebrado en Hong Kong, volvió a levantar las cautelas contra China. Según Carlos Iglesias, abogado de la ONG Médicos contra la Extracción Forzada de Órganos (DAFOH), “miles y miles de presos de conciencia, seguidores de la disciplina espiritual Falung Gong, tibetanos, uigures y cristianos, encerrados en cárceles o campos de trabajos forzados, han sido asesinados por sus órganos. Sus riñones, hígados, córneas y corazones son extirpados a la fuerza, previo pago de quien va a recibir esos órganos de hasta 130.000 dólares, generando un negocio multimillonario con el sufrimiento de miles de personas en China”, ha subrayado. Presentó hace poco una petición avalada por 250.000 firmas contra la sustracción forzada de órganos.

La Sociedad Internacional de Trasplantes (IST) y la Sociedad Internacional de Nefrología (ISN) han alertado a todo el mundo, juntamente con la OMS, que se evite el “turismo de trasplante”. Y una de las soluciones es que en cada país se notifique públicamente cada trasplante de órganos. La falta de transparencia es muy peligrosa para la salud, porque en no pocas ocasiones se desconoce la salud del donante.

Las causas de este turismo del trasplante son múltiples: la indigencia de los donantes, la escasa  o nula capacidad del sistema sanitario de muchos países para poder realizar trasplantes de órganos, y los que necesitan un trasplante, al estar entre la vida o la muerte, buscan una solución a veces desesperada.

Según la entidad Organs Watch, en el mercado global se paga por un riñón indio o uno africano 1.000 dólares, en Filipinas 1.300, y 2.700 en Moldavia o Rumania. Sin embargo, según los doctores David Kilgour (USA) y David Matas (Canadá), que luchan contra la venta de órganos humanos, por un trasplante de páncreas se pagan entre 98.000 y 130.000 dólares, por un hígado 150.000, por un pulmón entre 150.000, por una córnea 30.000, por un corazón entre 130.000 y 160.000 y por un riñón 62.000. La mayoría de trasplantes en el mundo son los de riñón.

Los países de donde proceden los compradores de órganos son Canadá, EEUU, Arabia Saudita, Japón y Taiwán, principalmente. Y los territorios donde se consiguen órganos son: Kosovo, Chipre, Azerbaiyán, Egipto, China, EEUU,  Panamá, Pakistán, India, Filipinas, Rumania, Moldavia, Perú, Ecuador y Colombia.

La posición del Vaticano

El Vaticano ha organizado este año 2017 un Congreso mundial para tratar del oscuro tráfico de órganos y el turismo de trasplantes en más de 50 países del mundo. Se trata de otra forma de esclavitud moderna que el Papa Francisco está empeñado en denunciar. Por eso, fue él mismo quien pidió a la Pontificia Academia de las Ciencias que organizara el Congreso.

Esta Pontifica Academia de Ciencias reunió en febrero  a numerosos expertos que abordaron las causas del “drama actual” del tráfico de órganos, cuyas víctimas suelen seguir el mismo patrón: varones jóvenes, pobres y prácticamente analfabetos. Se trata de un “flagelo” a escala global que el propio Papa Francisco considera un derivado de la trata de personas, otra “forma moderna de esclavitud”. Consciente de este drama, el Papa Francisco ha puesto como uno de los objetivos de su Pontificado erradicar este tráfico.

Según dijo el Papa en la Cumbre de Jueces sobre Tráfico Humano y Crimen Organizado de junio de 2016, el tráfico de órganos y de humanos con el objetivo de la remoción de sus órganos, son “verdaderos crímenes contra la humanidad que deben ser reconocidos como tales por todos los líderes religiosos, políticos y sociales, y por las legislaciones nacionales e internacionales”.

En el Congreso participó el presidente de la Sociedad de Trasplante de América Latina y el Caribe (STALYC), el colombiano Alejandro Niño Murcia, quien pidió la que se estableciera un registro de trasplantes en cada país y hubiera una mayor cooperación internacional. “La gente –dijo–busca salidas y los países y personas con mayor poder adquisitivo tratan de aprovecharse de las personas que tienen algún déficit o problema económico”.

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