Parejas que se niegan a pensar y hablar sobre estos temas cuando surgen, se dirigen hacia el fin de su relación“Hoy, como nunca, la pareja y la familia pueden gritarle al mundo que el amor existe, que el ‘para siempre’ es una realidad posible”: es lo que piensa Rino Ventriglia, neurólogo y psicoterapeuta especialista en parejas que atraviesan momentos difíciles. Según él, es suficiente estar atentos a ciertas “señales de alerta”, es decir, rasgos que indican que existe un problema en la relación.
Una vez detectados los problemas, es necesario impedir que crezcan y trabajar también en su prevención, sin tener miedo de llamarlos por su nombre. Las personas que se niegan a hablar de los problemas, que los ocultan, que ni siquiera los consideran problemas o, incluso, no tienen esperanza de que algo cambie, se dirigen hacia el fracaso de su relación. Pero cuando se habla – con el cónyuge, con un terapeuta o incluso un amigo -, y se verbaliza con serenidad la raíz del problema, entonces empieza a surgir la solución.
Mira las nueves señales que Ventriglia considera síntomas de la fragilidad en la relación:
1) Cuando se empieza a pensar: “Ya no siento nada por él/ella. ¿Me habré equivocado?”
2) La familia-empresa: cuando el único asunto en casa son las tareas y deberes a realizar.
3) Cuando empiezas a “escribir en el cuaderno” los errores de tu pareja.
4) Cuando hay zonas oscuras, esos asuntos que no se hablan en la pareja: “No, no me vas a entender”.
5) Cuando el deseo sexual disminuye o desaparece. ¿Qué hay detrás de eso?
6) Cuando el esposo o esposa dejan de ser esposos para ser sólo “papá” y “mamá”.
7) “Cuando sólo hay peleas… ¿Hasta cuando?”
8) Vidas paralelas: cuando la vida dentro de casa es un infierno, pero afuera todo parece ir bien.
9) Cuando cualquier cosa es una válvula de escape de las tensiones del matrimonio: vicios, redes sociales, trabajo o incluso una tercera persona.
¿Qué hacer cuando se detecta uno de estos problemas? Para Ventriglia, el amor conyugal tiene cuatro dimensiones que no pueden descuidarse: apreciar al otro, buscar comprenderlo, cuidarlo, quererlo; interesarse por el otro, es decir, tener ganas de hablar, de conocer sus ideas, sus puntos de vista; tener placer y alegría en estar juntos, es decir tener hobbies en común, ir a comer, hacer el amor, descansar; y compartir valores, ideales o servicios que ambos hagan juntos.
Los cuatro pilares necesitan estar equilibrados y ninguno de ellos puede descuidarse. Si ambos sólo comparten actividades de voluntariado o militancia, pero no disfrutan de un momento juntos, habrá un vacío, y viceversa.