Una guía básica y sencilla para los no familiarizados con esta antigua práctica
La veneración de las reliquias en la Iglesia católica es una antigua tradición que se remonta al Antiguo Testamento. Podemos encontrar sus orígenes en la vida de Jesucristo (recordemos a la mujer que tocó el manto de Jesús y fue sanada). La Iglesia siempre ha tratado las reliquias de los santos de una manera especial, preservándolas y a menudo exponiéndolas para el beneficio de los fieles.
Las reliquias de santos se conservan normalmente en recipientes especiales de oro y pueden verse, bien en exposición permanente en varias iglesias, bien en presentaciones itinerantes, similares al tour reciente de las reliquias del Padre Pío por los Estados Unidos.
Cuando se venera una reliquia, lo más apropiado es mostrar honor y respeto al santo o santa realizando un sencillo gesto externo.
Según explica el Directorio sobre la Piedad Popular, “una gran variedad y riqueza de expresiones corpóreas, gestuales y simbólicas, caracteriza la piedad popular. Se puede pensar, por ejemplo, en el uso de besar o tocar con la mano las imágenes, los lugares, las reliquias y los objetos sacros (…). Similares expresiones, que se trasmiten desde siglos, de padres a hijos, son modos directos y simples de manifestar externamente el sentimiento del corazón y el deseo de vivir cristianamente. Sin este componente interior existe el riesgo de que los gestos simbólicos degeneren en costumbres vacías y, en el peor de los casos, en la superstición”.
En general, la Iglesia recomienda un gesto externo que encaje con la ocasión y se corresponda con la disposición interior de una persona. Alguien que venera la reliquia de un santo puede besar o tocar el cristal de la vitrina que alberga la reliquia o simplemente permanecer cerca de la reliquia en actitud meditativa de oración, elevando el corazón y la mente hacia Dios e invocando la intercesión del santo.
Otros gestos aceptables incluyen persignarse o arrodillarse frente al relicario con actitud de oración. Sin embargo, una persona no debería hacer una genuflexión ante la reliquia de forma similar a la genuflexión ante el Santísimo Sacramento. Ese tipo de veneración está reservada solo a Cristo.
Sea cual sea el gesto que escoja una persona para venerar una reliquia, no debe ser fruto de la superstición, sino de amor hacia el santo y hacia Dios.
Pensemos en la práctica de forma similar a cuando alguien toma una fotografía de un ser querido y la besa cada vez que la observa con cariño. El gesto es un signo de amor hacia esa persona y no contiene ningún atisbo de superstición.
Venerar las reliquias de santos es una práctica hermosa que nos acerca a esas personas que caminaron abriéndonos caminos en anuncio de la fe. Estas personas completaron su travesía, la travesía de todos nosotros, y llegaron al objetivo del Paraíso. Ver sus reliquias y tocarlas puede motivar en nosotros una mayor urgencia para aspirar a la santidad, para poder conocer a estos hombres y mujeres santos al final de nuestro tiempo en la tierra.