Jesús confía sus ovejas a Pedro, el más pecador, y lo invita a apacentar el Pueblo de Dios con humildad y amor, también en medio de sus errores y sus pecados: así lo dijo el Papa en la misa de este viernes en la Casa Santa Marta del Vaticano.
En su homilía, Francisco comentó el Evangelio del día (Jn 21, 15-19), en el que Jesús resucitado conversa con Pedro en la orilla del lago, en el mismo lugar donde el apóstol fue llamado.
Es un diálogo tranquilo, sereno, entre amigos, destacó Francisco, en la atmósfera de la Resurrección del Señor.
Jesús confía sus ovejas a Pedro, planteándole tres preguntas, preguntándole si lo ama:
"Jesús elige al más pecador de los apóstoles, los demás escaparon, este lo negó: ‘No lo conozco’. Y Jesús le pregunta: ‘¿Me amas más que estos?’. Jesús elige al más pecador".
Apacentar con humildad y amor
Y fue elegido, por tanto, "el más pecador" para "apacentar al pueblo de Dios. Esto da qué pensar", observó Francisco.
Jesús pide a Pedro que apaciente sus ovejas con amor: "No apacentar con la cabeza levantada, como un dominador, no: apacentar con humildad, con amor, como hizo Jesús".
"Esta es la misión que da Jesús a Pedro, sí, con los pecados, con los errores. Tanto es así que en el mismo diálogo, Pedro comete un error, tentado por la curiosidad y le pregunta al Señor: “Ese discípulo ¿dónde irá? ¿qué hará?".
Pero con amor, en medio de sus errores, sus pecados… con amor: ‘Porque estas ovejas no son sus ovejas, son las mías’ dice el Señor. ‘Ama. Si eres amigo mío, debes ser amigo de estos’".
Siervo, no señor
El Papa recordó cuando Pedro renegó de Jesús delante de la sierva del sumo sacerdote: estaba seguro cuando renegó del Señor, tan seguro como cuando confesó: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente".
Recordó la mirada de Jesús que se cruzó con la de Pedro, cuando lo acababa de negar. Y el Apóstol "se echa a llorar amargamente".
"Y después toda la vida al servicio del Señor, termina como la del Señor: en cruz. Pero no se envanece: ‘¡Termino como mi Señor!’. No, pide: ‘Por favor, ponme en la cruz con la cabeza boca abajo, para que al menos se vea que no soy el Señor, soy el siervo’. Esto es lo que podemos tomar de este diálogo tan bello, tan sereno, tan amistoso", añadió el Papa.
Y concluyó con una petición:
"Que el Señor nos dé siempre la gracia de ir por la vida con la cabeza baja baja, la cabeza levantada por la dignidad que Dios nos da, pero agachada sabiendo que somos pecadores y que el único Señor es Jesús, nosotros somos siervos”.
Traducido por Aleteia del original publicado por Radio Vaticano