“El reiki hace que no creas en Jesucristo, aunque estés dentro de la Iglesia”Unos fuertes ataques de asma llevaron a Juan Sánchez Requena a la naturopatía, y después al reiki. Se formó y aunque llevaba una vida cristiana bastante activa como catequista y responsable de una capilla, ofrecía a las personas sus servicios como maestro de reiki, sin cobrar, como un servicio desinteresado. Hasta que percibió la presencia del demonio.
“Llevábamos ya unos días, cuando faltaban quince minutos para terminar la sesión de reiki, aquello fue terrorífico: fueron unas convulsiones… un rostro desfigurado, se levantaba de la camilla…”, explica en el programa Cambio de agujas de EUK Mamie.
“Yo lo único que hice en aquel momento fue redoblar la oración, porque ya pasé una época en la que durante el tiempo que en el que estaba haciendo reiki rezaba el rosario. Dejé de practicar con los símbolos porque ya había tenido otras sensaciones un poco extrañas, que nunca supe de que venían ni nada”.
Al finalizar la sesión, la afectada no recordaba en absoluto qué había pasado cuando había tenido esas convulsiones y se encontraba bien.
“Después de un mes y medio, hablando con un exorcista, me confirmó que —efectivamente— era una posesión demoníaca“, recuerda.
Según Sánchez Requena, “el reiki —igual que toda la Nueva Era— lo que hace es minimizar a Dios. Hace que no creas en Jesucristo, aunque estés dentro de la Iglesia como yo estaba”.
En noviembre de 2014, ayudado por los consejos de un diácono y de su nuevo párroco, Juan empezó a hacerse muchas preguntas y finalmente tras unos ejercicios espirituales dejó el reiki.
Se lo comunicó a todos sus alumnos, a los que pidió perdón, se confesó e intensificó su vida de oración. Para él, el peor daño del reiki es “alejarte de la vida de fe. Porque llegas a creerte que tú eres algo, que tú eres el que cura, que tú eres el que tiene el poder sobre esa supuesta energía que está supuestamente al alcance de todos”.