Esas torres solitarias al borde de un puerto no son un invento reciente. Los egipcios son famosos por el faro de Alejandría, una de las estructuras más altas del mundo antiguo. En lo alto de la torre había una hoguera que ayudaba a los navíos a maniobrar por el puerto de Alejandría. Se cree que este faro se convirtió en el prototipo de todos los demás faros que sucedieron.
No debería sorprendernos que esta imagen se convirtiera en un símbolo de Jesús, el cristianismo y la Iglesia. Jesús dijo en el Evangelio de san Juan: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida" (Juan 8,12).
Este pasaje puede conectarse también con la imagen tradicional de la Iglesia como un navío, con Jesús como la luz del faro guiando a la Iglesia (y al alma peregrina) hacia las Orillas Eternas del Paraíso.
Faros del mundo
Al mismo tiempo, aunque es cierto que Jesús es la "luz del mundo", también se refirió a Sus discípulos usando esa misma analogía.
Este pasaje en particular refleja un concepto similar al del faro y explica que los cristianos (y la Iglesia) han de ser una luz a la vista de todos. Como cristianos, estamos llenos de la luz de Cristo desde el bautismo y somos enviados con la tarea de llevar esa luz al mundo, de ayudar a otras almas a alcanzar el destino para el cual todos fuimos creados.
La imagen del faro es una hermosa analogía que siempre ha traído consuelo a las almas cristianas que tratan de navegar el mar de la vida para poder alcanzar el Puerto Eterno.