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¿Por qué la Ka’ba es el centro espiritual del mundo islámico?

KA BA
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María Angeles Corpas - publicado el 04/07/17
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Si Meca fue elegida como lugar de Revelación del Corán, Ka’ba es sin duda el lugar de la unidad del mundo musulmán

Cada oración y cada anhelo se dirigen hacia este lugar. Durante el mes de du l-hiyya, que es el duodécimo del calendario islámico, los musulmanes de todo el mundo emprenden viaje a la Ka’ba ¿por qué? Si Meca fue elegida como lugar de Revelación del Corán, Ka’ba es sin duda el lugar de la unidad del mundo musulmán.

Anualmente, el valle de Mina (cerca de Meca) se recubre de cientos de tiendas blancas para albergar a casi tres millones de musulmanes que comienzan su peregrinación anual (hayy) a los lugares santos. Y, de entre ellos, la Ka’ba es la materialización del templo o casa de Dios (bayt Allah). Acudir allí es poder estar en contacto con la gracia de Dios.

Según los textos sagrados, este santuario fue edificado primero por el profeta Adán. Reconstruido por Abraham y su hijo Ismael y Dios exhortó a la humanidad a visitarlo (Qur. 2, 125-127 y 3, 96). Hoy, los creyentes musulmanes que acuden, siguen contestando a aquella llamada de Abraham: “A tu servicio, oh Señor”. 

Así, la Ka’ba es para todo musulmán lugar “preeminente” de la Gracia de Dios. En concordancia con ello, para la mística e incluso la filosofía islámicas, han considerado este lugar como signo, una introducción indirecta hacia realidades espirituales. De este modo, habría una verdadera Ka’ba que podría corresponderse con el interior del ser humano.

Situada en el patio de la gran Mezquita de Meca, el santuario tiene una forma cúbica, de unos diez metros de largo, por diez de ancho y cincuenta de alto. Levantada sobre una plataforma, cada ángulo se orienta a los puntos cardinales. Construida en piedra azulada, sus muros están cubiertos de tela (kiswa) bordada en oro y plata.

Cuando se renuevan cada año, sus inscripciones son distribuidas y vendidas como reliquias. En el interior, tres columnas de madera sostienen el techo, del que cuelgan numerosas lámparas de oro y plata. Las paredes, con inscripciones que recuerdan las sucesivas restauraciones y el suelo de mármol, no alberga más mobiliario.

En el ángulo oriental, a casi metro y medio de altura, están incrustada la Piedra Negra. Su naturaleza ha sido difícil de determinar. Sea lava o se trate de un meteorito, es besada y tocada con veneración.

Según la tradición musulmana, el patriarca Abraham se habría ubicado sobre esta piedra mientras construía la Ka’ba, y los rasgos de sus pies se habrían conservado milagrosamente.

Fuera del mundo musulmán es poco lo que se sabe acerca de este santuario. La mención por el geógrafo Ptolomeo de una “Macoraba” hace suponer que en el siglo II ya existía algo similar a Ka’ba. Los relatos populares del siglo IV ya revelan la existencia antes de Mahoma de un culto regulado en la zona al dios Hubal. E incluso hay leyendas que hablaban de la tumba de Eva y la creación de Ka’ba al inicio del mundo. Sin embargo, hay que insistir en que tales relatos han sido suprimidos de la tradición.

Las referencias históricas claras comienzan con Mahoma y en el texto coránico. Tras la conquista de Meca en 629/30 no realizaría ningún cambio estructural en el edificio. Sin embargo, la derrota de la oligarquía de comerciantes politeístas de Meca, trajo como consecuencia la destrucción de los 360 ídolos guardados en el santuario.

Durante el primer siglo de la Hégira se comenzó a construir la gran mezquita que la rodea. Ampliada sucesivamente, sería en 1571, cuando el arquitecto otomano Sinan, la embellecería notablemente. 

Al tratarse de un lugar santo, sólo es posible visitarlo si se es musulmán. Ha de solicitarse a Arabia Saudí la concesión de la visa como peregrino. Y, en caso de no ser de origen árabe, “certificado de sahada” (profesión de la fe musulmana), firmado por dos testigos. 

Pueden llegar a congregarse hasta 3 millones de fieles en un espacio reducido. Esto obliga a las autoridades a poner en marcha una infraestructura importante de avituallamiento y hospitales de campaña para acoger la llegada de peregrinos de todo el mundo.

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