Ryan Mario Yasin ha ideado prendas que se estiran al ritmo de los bebés, de manera que les puede servir la misma ropa de los 4 a los 36 mesesEl diseñador industrial Ryan Mario Yasin ha salido a la palestra con un innovador sistema de prendas que promete causar la revolución en el sector de la moda.
Si bien todos somos conscientes de que los más pequeños enseguida deben abandonar la ropa porque se les queda pequeña, Yasin propone una solución ingeniosa.
Se trata de Petit Pli, un sistema de pliegues en el tejido que hace que este pueda replegarse o estirarse según necesite el usuario, es decir, el bebé hasta los 36 meses.
Pliegues, por favor
Su aportación está pendiente de patente aunque esta idea no es nueva en la historia de la moda. Concretamente el diseñador japonés Issey Miyake, uno de los grandes de la moda contemporánea, despuntó con el sistema Pleats Please (Pliegues, por favor) que se basa en la capacidad de los tejidos plisados para moverse sobre el cuerpo al ritmo de los gestos y las articulaciones.
Petit Pli viene a ser la versión infantil de Pleats Please, con las grandes ventajas que esto puede suponer para el mundo de la moda para bebés, en la que el gran handicap es conseguir que la ropa dure y, en consecuencia, sea más sostenible.
Antes de Ryan Mario Yasin e Issey Miyake, un genio fue el descubridor del potencial de los plisados fijados en las prendas. Fue el español Mariano Fortuny.
Aunque es más conocido como pintor, Fortuny desarrolló a lo largo del siglo XIX una vida casi de carácter renacentista, interesado por todo aquello que respiraba belleza. Inventó el sistema de plisado permanente y lo adaptó a vestidos para la mujer que han pasado a la historia: las túnicas Delfos, que recordaban a la mujer en la escultura griega.
Yasin y Petit Pli pueden contribuir a reducir el gasto en ropa infantil en el mundo. Si crecen con el bebé, estas prendas harán que no se deba fabricar tanto. Son resistentes al viento, permiten el lavado a máquina y son ultraligeras por lo que hacen muy cómodo el transporte. Lo único que queda en el aire es si son resistentes también a la energía y los juegos de los pequeños.