El significado de un lugar emblemático de Jerusalén para judíos y musulmanes
Apenas 15 hectáreas en la ciudad vieja de Jerusalén que concentran como pocos en el mundo las raíces identitarias de judíos, cristianos y musulmanes. Lugar sagrado del judaísmo que alberga el Muro de las Lamentaciones, único vestigio del Segundo Templo. Junto a él, el tercer lugar más santo del islam, tras Meca y Medina: la Mezquita de al-Aqsa.
Con el conflicto árabe-israelí de fondo, la pugna por el rezo y la soberanía de este territorio sigue activa en estos días, a la espera de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. A pesar de esta candente actualidad, este breve artículo pretende ir más allá de la geopolítica del “conmigo o contra mí” y mostrar el valor incalculable de esta pequeña área para millones de creyentes.
En un mundo donde la religión se ha rebajado hasta convertirse en una ideología más, donde “creer” se muestra como una realidad en retroceso y cuya única interpretación para la política internacional es ser causa de conflictos irresolubles, es ahí donde los católicos seguimos empeñándonos en construir y valorar todo “lo que en estas religiones hay de santo y verdadero” (Nostra Aetate, 2).
¿Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas?
Ambas denominaciones se usan con frecuencia. Para judíos y cristianos, Har Ha-Bayit, o Monte del Templo está relacionado con los vestigios del Segundo Templo, construido tras el exilio de Babilonia.
El lugar del Primer Templo fue elegido por el rey David como emplazamiento del santuario que albergaría el Arca de la Alianza, asentada “sobre querubines” (2 Sam 6,2). Era por tanto el lugar de la presencia de Dios, verdadero rey de Israel (Is 6, 1-3). Sería Salomón quien culminaría este proyecto (960 AC), cuya descripción aparece en la Biblia (1 Re 6, 1-37).
Profanado y destruido por Nabucodonosor (586 AC) dio inicio al exilio de Babilonia. Tras el asedio de los romanos en el 70 DC, sólo quedó en pie el muro occidental, conocido como el Muro de las Lamentaciones. Lugar que concentra el rezo de peregrinos de todo el mundo y donde la Tradición sitúa la construcción de último Templo en tiempos del Mesías.
Los musulmanes denominan a este mismo lugar Haram esh-Sharif, El Noble Santuario o al-Ḥaram al-Qudsī al-Šarīf, El Noble Santuario de Jerusalén. También para el islam, es un lugar santo. Numerosos textos subrayan la relevancia de este lugar. Antes que Meca, sirvió a los primeros musulmanes como qibla hacia la que orientar sus oraciones.
Alberga la Mezquita de al-Aqsa (con cúpula plateada) y en el extremo opuesto, la Cúpula de la Roca (Qubbat al-Ṣajra), de color dorado. En esta explanada de las mezquitas, la Tradición islámica sitúa la ascensión de Mahoma (miʿray), descrita en el Corán (Qur. 53,1-18), hasta llegar a la presencia de Dios.
A ello se une el hecho de que la Cúpula de la Roca albergaría la piedra sobre la que Abraham se dispuso a sacrificar a su hijo Ismael (no Isaac) y donde Mahoma fue elevado al cielo.
Es interesante subrayar que las inscripciones coránicas de la Cúpula de la Roca tienen estrecha relación con Cristo. Si el simbolismo arquitectónico hace referencia al lugar del Templo de Salomón, el punto culminante de las revelaciones de Moisés y Jesús será el de la restauración de la unidad abrahámica primordial.
Como puede verse, fuertes raíces religiosas e identitarias se encuentran en este lugar. La reivindicación del rezo por parte de las distintas comunidades es histórica. Lamentablemente, su esencia como espacio sagrado ha quedado desplazada por el de un territorio (en sentido político) cuya soberanía se disputa sin un fin previsible.