La madrugada del 25 de julio, un artefacto explosivo fue colocado a las puertas de la sede administrativa de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM)El discurso de odio a la Iglesia católica mexicana viene de hace más de siglo y medio, desde que en 1857, los “liberales” prácticamente la proscribieron. Ahora, cuando ya no hay una clara distinción entre “liberales” y “conservadores”; “derechas” e “izquierdas”, otros grupos radicales han tomado la estafeta.
La madrugada del 25 de julio, un artefacto explosivo fue colocado a las puertas de la sede administrativa de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en la Calzada de los Misterios que se encuentra a un costado de la Basílica de Guadalupe, al noreste de la Ciudad de México.
Las primeras versiones, tras la explosión del artefacto. corrieron rápidamente en redes sociales llegándose a hablar, incluso, de la posibilidad de que fuera un atentado terrorista (como se especuló los primeros minutos posteriores al atentado con cuchillo en contra un sacerdote que terminaba de oficiar la Misa en la Catedral Metropolitana hace un par de meses).
Ayer, sin embargo, un grupo de carácter netamente anarquista autodenominado Comando Feminista Informal de Acción Antiautoritaria “Coatlicue”, se atribuyó la bomba y dijo que estaba fabricada con una mezcla de dinamita, gas lp y butano.
En la “justificación” del atentado –publicada en el sitio web *Contrainformación*—el colectivo dejó el siguiente mensaje: “Ni Dios ni amo. Por cada tortura y asesinato en nombre de su Dios. Por cada niño ultrajado por los curas pederastas. En la tensión anárquica
insurreccional!”.
Según la grabación de las cámaras de seguridad del edificio de la CEM, el artefacto explosivo fue colocado por un hombre a la 1:50 de la mañana. La explosión no causó más que leves daños materiales. Obviamente no iba destinada a herir, puesto que a esa hora nadie estaba ocupando las oficinas.
El propio secretario general de la CEM, el obispo Alfonso Miranda, descartó, según el periódico El Universal, que el atentado haya sido en contra de la Iglesia católica y dijo que, lo mismo que la ciudadanía, los ministros de culto están sufriendo la inseguridad y la violencia que vive México.
De hecho, en lo que va de la actual presidencia de Enrique Peña Nieto, suman ya 18 los sacerdotes que han sido asesinados.
En un comunicado oficial, la CEM dijo que “este hecho nos invita a reflexionar enfáticamente sobre la necesidad de reconstruir el tejido social, para propiciar un ambiente de seguridad para todos los ciudadanos”.
El subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaria de Gobernación (Ministerio del Interior), Humberto Roque-Villanueva, aseveró que este atentado es un “mensaje de odio” pero no “una acción generalizada en contra de la Iglesia católica”.
Sin embargo la pregunta que muchos católicos mexicanos se hacen es la siguiente: ¿si no es parte de una acción “orquestada”, quién o por qué puso este artefacto explosivo cuando la violencia desatada en contra de los sacerdotes y la Iglesia parece no tener fin en todo el territorio de la República Mexicana?