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¿Quién y por qué se inventaron los bancos de la iglesia?

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Philip Kosloski - publicado el 30/07/17
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Y por qué no todas las iglesias católicas los tienen

En los Estados Unidos, al igual que en otros lugares, consideramos que los bancos son una parte básica y necesaria de toda iglesia católica. Sin embargo, estos bancos son más bien una invención reciente y, curiosamente, ni siquiera tienen su origen en el catolicismo.

Durante gran parte de la historia de la Iglesia, los fieles permanecían de pie durante la celebración de la misa. Existían unos cuantos bancos para que se sentaran los ancianos, pero en general la nave de la iglesia carecía por completo de lugares para sentarse.

Era una cuestión práctica, sobre todo cuando la posición común de los laicos era arrodillada. Además, en las iglesias medievales por lo general se colocaba el púlpito en mitad de la iglesia, separado del santuario, lo cual implicaba que los fieles tenían que caminar hasta el púlpito para escuchar la muy breve homilía del sacerdote.

Había tanto movimiento durante la misa que nadie, ni siquiera el cura, tenía oportunidad de sentarse.

Y llegó la Reforma… 

Los bancos, básicamente, no existieron hasta la Reforma protestante. En la mayoría de las iglesias protestantes, el énfasis durante los servicios de culto estaba no en los múltiples movimientos litúrgicos, sino en el sermón que daba un predicador. La interpretación de la Biblia por el pastor local era el eje de las liturgias protestantes y suponía largos discursos desde el púlpito.

Con el tiempo, los bancos se fueron introduciendo gradualmente y se hicieron especialmente populares en las iglesias inglesas. Debido a la naturaleza costosa de los bancos, individuos y familias solían adquirirlos por su cuenta y guardarlos con su vida.

En algunos casos llegaban incluso a construir “cajas para bancos” para protegerlos, bloqueándolos de modo que nadie más las usara. Por desgracia, surgieron varias batallas legales por los bancos, ya que los individuos consideraban sus asientos como propiedad personal.

Más adelante, cuando las iglesias pudieron permitirse la instalación de bancos, seguían dependiendo de los feligreses para obtener ingresos adicionales y empezaron a “alquilar” los bancos.

Esta práctica llegó a Estados Unidos desde Inglaterra y fue adoptada por la Iglesia católica. El alquiler de bancos era muy común en las iglesias católicas e incluso fue autorizado por el Tercer Concilio de Baltimore como una forma de recaudar fondos.

Pero los ortodoxos se niegan

Los católicos, principalmente en Inglaterra y Estados Unidos, introdujeron los bancos en sus iglesias después de que los protestantes empezaran a usarlas. Las homilías empezaron a alargarse en las iglesias católicas, así que sentarse comenzó a ser más habitual durante varias partes de la misa.

Al mismo tiempo, los cristianos bizantinos y ortodoxos no adoptaron de inmediato los bancos. A día de hoy, la mayoría de las iglesias orientales no tienen bancos y defienden firmemente su elección. Una publicación ortodoxa explica las razones espirituales por las que se niegan a tener bancos en sus iglesias.

Los bancos enseñan a los laicos a permanecer en su lugar, que es el de observar pasivamente lo que sucede delante, donde el clero realiza la Liturgia en su representación. Los bancos predican y enseñan que la religión y la espiritualidad son trabajo del sacerdote, a quien pagamos un salario para que sea religioso por nosotros, ya que es demasiado esfuerzo y demasiada dificultad para el resto de nosotros el ser espirituales en el mundo real de la Norteamérica moderna. Y los bancos sirven al mismo propósito que los asientos en los teatros y las tribunas en los estadios; nos sentamos en ellas (…) para ver actuar a los profesionales: el credo y los monaguillos profesionalmente formados para nuestro entretenimiento.

Los bancos son una invención reciente en la historia de la Iglesia y son una tradición adoptada de la Reforma protestante para aliviar a los fieles de la necesidad de permanecer de pie durante una homilía. En muchos casos es una invención bien recibida por los feligreses, en especial para las homilías más largas.

Sí, es una invención que no aceptan todos los cristianos y el uso de los bancos sigue siendo objeto de debate en ciertas iglesias.


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