Famosa en el mundo antiguo y temida por los santos, esta criatura era un digno símbolo de SatánEn Salmos 90 (91) encontramos una bestia inusual que no se menciona normalmente en las Escrituras: “Sobre el león y el basilisco pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón”. (Salmos 91,13 RVA). ¿Qué es un “basilisco”?
San Isidoro de Sevilla escribió sobre este extraño animal, concediéndole de hecho una entrada en su libro. Según escribió: “El basilisco es nombre griego, que se interpreta en latín como regulus, porque es el rey de las serpientes, hasta el punto de que todos escapan de su presencia porque los mata con su aliento; e incluso al hombre le causa la muerte si le pone la vista encima. Es más, ningún ave resulta ilesa si pasa volando delante de él, sino que, por muy lejos que esté, cae abrasada por su boca y es devorada. Sin embargo, resulta vencido por la comadreja, que los hombres introducen en las cuevas donde se oculta: huye en su presencia, pero la comadreja lo persigue y lo mata. Nada creó el Padre de las cosas que no tuviera remedio”.
El autor romano Plinio el Viejo (siglo I) también confirma sus atributos: “Todo el que mire a los ojos de una serpiente basilisco (basilisci serpentis) muere de inmediato. [No tiene] más de 12 dedos de longitud. Tiene un punto blanco en la cabeza, recordando algún tipo de diadema. Cuando sisea, huyen todas las serpientes: su cuerpo no avanza como las otras, con una sucesión de dobleces, sino que se desplaza erguida y erecta por la mitad. Su tacto e incluso su aliento abrasan la hierba, matan los arbustos y rompen las rocas”.
Mata con la mirada
San Alberto Magno también se refiere al basilisco en sus escritos, señalando la habilidad de la criatura para matar con una simple mirada.
Algunos historiadores creen que el animal al que estos y otros autores antiguos se refieren es en realidad la cobra real, que puede morir en un enfrentamiento con una mangosta y puede escupir a los ojos de una persona desde una gran distancia.
Naturalmente, fue empleada como representación del diablo, ya que visualmente es similar a una serpiente y a un dragón. San Agustín explica también que “el basilisco es el rey de las serpientes como el diablo es el rey de los demonios”.
El basilisco era una manera apropiada de simbolizar el gran mal de Satán y resultó ser una poderosa imagen utilizada a lo largo de la Edad Media en el arte cristiano.