Será reconstruido gracias a un fallo judicial “Cuando me reconstruyan la casa me quedaré en Salaminita, porque de ahí me hicieron salir. Yo seré la primera que voy a entrar porque ahí me crié y tuve 11 hijos”.
Así de firme se expresó Martina García, una mujer colombiana de 82 años que en los últimos días recibió una de las mejores noticias que podía escuchar. Ella, junto a más de 30 familias, acaba de recibir el título que la acredita como propietaria de los predios que tuvo que abandonar gracias a la guerra interna en Colombia, reproduce El Tiempo.
Es que ese lugar -calificado como corregimiento ubicado en el municipio Pivijay, departamento colombiano del Magdalena (región Caribe)- se transformó en desierto, sin gente, sin vida gracias a los paramilitares, quienes arrasaron literalmente con el lugar.
La destrucción estuvo a cargo, más precisamente, de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quienes en el año 1999 perpetuaron una masacre que obligó el éxodo masivo de los habitantes de esta localidad. Luego, como si fuera poco, estos mismos paramilitares, que perseguían a guerrilleros, se encargaron de destruir de forma completa lo poco que quedaba en pie y con un buldócer (niveladora de tierra).
Transcurrieron los años y quienes habitaban este lugar fueron calificados como desplazados. Pero las víctimas no se quedaron quietas y decidieron unirse para reclamar lo que de alguna manera les fue quitado. Luego de gestiones con la Unidad de Restitución de Tierras pudieron juntar documentación para dar cuenta de la situación.
Fue así que el caso llegó hasta la Comisión Colombiana de Jurista y contó con el apoyo incluso de la embajada de Suecia en Colombia. Un reciente fallo del Tribunal Superior de Antioquia ordenó a las autoridades de Magdalena y Pivijay la reconstrucción del lugar.
“Lo que uno ve en los campesinos es como volver a nacer. Sus predios fueron destrozados y estuvieron por fuera de ellos por muchos años. Ahora recuperan lo que perdieron por culpa de la guerra”, explicó al medio colombiano Ricardo Sabogal, director de la Unidad de Restitución de Tierras.
Salaminita vuelve a nacer y así quedó plasmado en un aviso carretero. En su gente se aprecia ese espíritu renovado y lleno de alegría de que lo mejor está por venir. Renace la esperanza y estas personas podrán volver a venerar a la Virgen del Rosario, una famosa advocación mariana local que se celebra cada 7 de octubre.
Durante esta festividad no faltaba el baile de Martina, la sobreviviente más anciana del lugar y quien no deja de agradecer la oportunidad de regresar a su tierra rejuvenecida.
“Me siento superalegre y agradecida. Espero que Dios nos bendiga con una buena mano como la que tenemos aquí, que no nos pase nada y que me hagan mi casita, que no la tengo. Apenas la hagan, soy la primera que va a llegar a Salaminita”, reafirmó Martina a El Tiempo, mostrando el título de su predio en un acto que se realizó en la Institución Educativa Sagrado Corazón de Jesús en Pivijay y en donde el verde, color esperanza, también se hizo presente.
Con información de El Tiempo de Bogotá