No es exagerado afirmar que Maria Socorro Rodrigues Pereira recorrió un camino semejante al de los santos La historia de Tia Socorro fue contada por el programa Caldeirão do Huck, de la TV Globo, y luego se transformó en el principal asunto de las redes sociales y de las conversaciones entre familiares y amigos en todo Brasil. El fin de semana que se presentó el programa, hasta los sacerdotes comentaron ese ejemplo de bondad en sus homilías.
Maria Socorro Rodrigues Pereira nació en una colonia de personas con lepra, en una región muy pobre del norte de Brasil. Aún pequeña, perdió a sus papás a causa de la enfermedad y tuvo que irse a vivir a un orfanato específico para leprosos, ya que ella también tenía la enfermedad. Cuando llegó a la edad de dejar la casa de acogida, fue dada en matrimonio a un hombre mucho mayor, que ella no conocía. Durante años, sufrió la violencia física y psicológica del marido. Cansada de tanto sufrimiento, decidió huir de casa y vivir en la calle, en Belém, PA, donde vivió las peores situaciones de miseria.
Pero Socorro nunca se dio por vencida, jamás perdió la esperanza de tener días mejores. Al contrario, la situación de habitante de la calle hizo que ella se inspirara y creara el “Clube de Mães” (Club de mamás) para acoger a mujeres embarazadas y niños abandonados – una realidad que ella conoció de cerca.
Fue así que nació el trabajo voluntario de Tia Socorro. Al poco tiempo, la casa comenzó a recibir a embarazadas víctimas de violencia sexual, niños abandonados por sus mamás y personas con necesidades especiales. El “Clube de Mães” dio origen al “Lar Acolhedor Tia Socorro” (Hogar de acogida Tía Socorro), que ya ha atendido a más de 350 personas. El hogar está en la isla de Mosqueiros, en Pará, cuenta con cuartos, comedor, áreas de convivencia, biblioteca y muchas actividades de incentivo a la educación y al trabajo. Todo se mantiene a través de donativos de la comunidad. “Todas las cosas malas que pasé, las transformé en amor. A través del amor, la gente puede transformar muchas cosas. Yo siento, dentro de mí, un amor muy grande. No existe la tristeza, no existe la desesperación. Busco transmitir a las personas este amor al prójimo”, dijo Tía Socorro.
El trabajo de Tia Socorro le mereció un premio ofrecido por el presentador Luciano Huck a personas que llevan a cabo acciones sociales y transforman vidas. En la entrega del premio, descubrió que Tia Socorro tenía dos sueños. Uno era muy simple: ver al presentador llegar de helicóptero a la isla donde ella vive. El otro era más difícil: ver al papa Francisco de cerca.
Acompañada por el presentador y por el sacerdote Fábio de Melo, doña Socorro fue a Roma. Conoció los Jardines Vaticanos y se encantó con la Basílica de San Pedro, donde rezó mucho.
Durante el evento en conmemoración de los 50 años de la Renovación Carismática doña Socorro, la mujer que incentivó a las personas a soñar y a creer en la vida, realizó su deseo. Muy emocionada, fue presentada al Papa, recibió la bendición del pontífice y sus felicitaciones por el trabajo voluntario. El encuentro duró menos de un minuto, pero valió toda una vida. “Él (el Papa) es una persona muy humilde, la gente ve la humildad en la manera en que él mira”, concluyó Socorro, llorando.
Pero esta historia no termina aquí. Un mes después de conocer al Papa, Tia Socorro murió, a los 52 años, víctima de complicaciones cardíacas. La noticia de su muerte conmovió a todos los que conocieron este ejemplo de fe, sea a través de la televisión como personalmente.
Testimonio de fe para otros
Durante las grabaciones, el sacerdote Fábio de Melo le dijo, sabiamente: “La gente cree más en Dios cuando la conoce a usted”. ¡Tiene toda la razón, padre!
No obstante, ¿qué hay por detrás de tanta conmoción? Primero que nada, nuestra necesidad, como humanos y cristianos, de ejemplos como ese, de fe, de bondad, de altruismo. Necesidad de alguien que nos de un jalón de orejas, que nos haga sentir pequeños frente a tanta bondad. Alguien que personifique, con todas las limitaciones, el ejemplo de Cristo. Alguien que nos incentive a practicar el amor, que nos motive a dar al otro sin recibir nada a cambio. Que ese sea el gran legado de Tia Socorro para los brasileños.
Finalmente, no es exagerado afirmar que Maria Socorro Rodrigues Pereira recorrió un camino semejante al de los santos: enfrentó con amor todas las dificultades y tuvo una vida de oración y dedicación al prójimo. Un bello ejemplo de que la bondad es siempre mayor que cualquier sufrimiento.
Gracias, Tia Socorro. ¡Descansa en paz!