San Cipriano nos enseña a enfrentar uno de los mayores vicios de nuestro tiempoSoy tan impaciente que, si la película on line no se carga rápido, ya empiezo a pensar que Dios me está castigando. Y si una página web tarda en abrirse, cierro enfadado y sigo adelante.
Advertí ese problema también en mis relaciones personales. Es difícil esperar a que otros se decidan cuando yo creo que ya resolví el problema o sé qué tipo de pizza debemos elegir, o pienso que sé cuál es la mejor manera de resolver un conflicto. Odio esperar.
Una vez, observé a mi abuelo separar, pacientemente y con cuidado, una bisagra vieja y oxidada. La limpió durante una hora y volvió a utilizarla. Yo habría tirado aquella cosa inmediatamente y habría comprado una nueva. Pero hay sabiduría en su forma de actuar.
La impaciencia es, quizás, el gran vicio de nuestro tiempo. Manejamos rápidamente, comemos alimentos cocinados a velocidad, y queremos que la Iglesia sea rápida.
Parece también que somos rápidos en sacar conclusiones sobre las personas, queremos ganar dinero rápidamente y nos producen impaciencia las personas que, de alguna forma, nos retrasan.
San Cipriano, cuya fiesta celebramos en septiembre, conoce mi dolor.
En el norte de África, en el siglo III, la paciencia era escasa. Los cristianos estaban siendo perseguidos y la presión sobre ellos era muy grande.
Durante este tiempo, Cipriano se convirtió en obispo de Cartago. El pueblo de la ciudad lo amaba, pero fue elegido contra la voluntad de otros obispos.
En esta atmósfera de persecución y desconfianza, digamos que Cipriano dijo e hizo algunas cosas de las que se arrepentiría más tarde.
Pero él se negaba obstinadamente a cambiar de opinión, hasta el punto de mostrar públicamente su desacuerdo con el propio Papa.
Cipriano es conocido, desde entonces, como un hombre con problemas de paciencia. Pero lo reconoció e intentó cambiar su actitud. Trabajó duro en un libro titulado La ventaja de la paciencia, en el que ofrece algunos consejos sobre el asunto.
Cipriano es venerado como mártir. Así que, tenemos la divertida situación en que un hombre famoso por ser atormentado se convirtió en santo y se le conoce por haber dado el mejor consejo sobre cómo remediar la impaciencia.
Este es realmente el caso de alguien que conoce el asunto a partir de una experiencia íntima y de primera mano.
El consejo de Cipriano es realmente muy sencillo. Para volvernos más pacientes, primero tenemos que estar convencidos de cuántos beneficios nos produce la paciencia.
La vida está llena de obstáculos, y la paciencia es la clave para permanecer en paz y felices cuando los afrontamos.
Cipriano habla también de cómo el estrés del trabajo, los problemas de salud y las personas nos pueden llevar a actuar de forma precipitada.
Muchas veces, reaccionamos rápidamente y acabamos perjudicando a las personas que amamos, o tomamos decisiones mal consideradas, de las que más tarde nos arrepentimos. Él aconseja que las grandes decisiones sean tomadas después de un largo tiempo.
El santo también menciona cómo otros hábitos, como el autocontrol, la paz de espíritu, el respeto a los seres queridos y la gentileza, están todos ligados al hecho de tener paciencia.
Es increíblemente útil tener en mente todos esos beneficios de la paciencia cuando estamos luchando por ella. Al final, la recompensa es mucho mejor que la gratificación inmediata de una acción precipitada.
¿Un último consejo? Cipriano recomienda que recordemos el tiempo en el que los demás fueron pacientes con nosotros y lo que eso significó para nosotros.
Menciona especialmente cómo Dios es paciente con nuestros errores, pero también podemos tener en cuenta a los demás.
Como dice Cipriano, “espérense unos a otros”.
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